Con Salva ganamos en carácter

El regreso del racial y temperamental Salva Ballesta al Atlético, estoy convencido que es del agrado mayoritario de los aficionados rojiblancos. No es de esos que hace apología del equipo en el que recalan cuando señalan tras firmar el contrato que llegan al club con el que soñaban desde pequeños, -desconfíen de ese género de personas-, más bien al contrario, estamos ante un personaje muy singular, incapaz de no decir lo que realmente piensa. Por eso estoy seguro que no miente cuando expresa abiertamente su deseo de vestirse de nuevo de rojiblanco. Ya demostró su identificación con estos colores cuando prefirió fajarse en segunda defendiendo nuestra camiseta sin escuchar los cantos de sirena que le prodigaban por entonces desde otros equipos. No es una megaestrella y está acostumbrado a labrarse su destino en cada encuentro.

Esa condición de luchador sacrificado que tiene Salva, esa perpetuación a ir contra corriente, esa eterna disyuntiva de luchar contra la adversidad entronca perfectamente con el carácter que se vive en nuestro tiempo. Por eso quiso un día y quiere ahora formar parte de él. En un tiempo en el que los euros priman sobre los verdaderos afectos, es de agradecer la llegada de un jugador que se ha sentido y se siente atlético por los cuatro costados. Se convertirá en un delantero que va a dar personalidad al equipo y, no lo neguemos, le dará también gol. Siempre que le han dejado demostrarlo, nunca ha fallado a los que confiaron en él. Su número de dianas por temporada evidencia, a las claras, que es un jugador de una regularidad asombrosa. Estoy seguro de que con cada gol que marque con el Atlético su alma rojiblanca se le saldrá por la boca. No podrá disimularlo.