Un dia de agosto hace cien años
Hace cien años, al amanecer de un día como hoy 5 de agosto, de 1904, dos hombres se preparaban para intentar algo que jamás nadie había logrado antes. Probablemente no tuviesen una oportunidad entre cien de escalar el Naranjo de Bulnes y salir con vida. Pero cuando el sol se perdiese en el ocaso de los Picos de Europa ya nada sería igual para el alpinismo español. Pienso en aquellos dos hombres y en su herencia de caminos abiertos no tanto por el aniversario que se cumple como por los dos compañeros, Juan Oiarzábal y Edurne Pasabán, que ahora tratan de recuperarse en el hospital MAZ de Zaragoza al cuidado del doctor Arregui y su equipo.
Son momentos teñidos de incertidumbre en los que, supongo, más de uno se hará preguntas en las que se agazapa el reproche sobre por qué hacemos lo que hacemos. Es una pregunta que siempre me ha resultado muy complicada de responder. A lo mejor la historia de Pedro Pidal, Gregorio Pérez y el Naranjo de Bulnes puede hacerlo por mí. Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias, era un hombre culto y apasionado que conocía lo que Edward Whymper había logrado al escalar en el año 1865 el Cervino, el prototipo de montaña imposible. Y pensó que lograr algo similar en el Naranjo de Bulnes resultaría una hazaña incomparable. Para lograrlo contó con la ayuda de Gregorio Pérez, conocido como El Cainejo, por ser natural del pueblo de Caín.
En ocasiones Gregorio, que escalaba descalzo y casi siempre en cabeza, tenía que encaramarse sobre los hombros y la cabeza del marqués para alcanzar un asidero en la cara norte del Naranjo. Sólo la enorme decisión y pericia de ambos explica que pudieran superar las grandes dificultades con las que se iban encontrando hasta llegar a la ansiada cima. Y, más aún, que pudieran bajar indemnes por el mismo sitio. Lo que aquellos dos hombres acababan de lograr no era sólo un triunfo deportivo más o menos importante. Su triunfo daba comienzo a una auténtica aventura de la mente, al tiempo que dotaba de carta de naturaleza al alpinismo de dificultad en España.
Era uno de los primeros actos que nos convertía en modernos. Como Juanito, el marqués fue un hombre perseverante y valiente pues pocos años después impulsaría la creación de los primeros parques nacionales, el de Covadonga y el de Ordesa. Me pregunto qué pensaría ahora al ver los destrozos que está perpetrando el gobierno de Aragón en los Pirineos. En estos cien años transcurridos nuestros alpinistas han alcanzado una considerable proyección internacional, con logros notables como el que acaban de conseguir Juanito, Edurne, Vallejo, Zabalza y Ferrán en el K2 y Beloki, Tamayo e Iñurrategui en el Gasherbrum 3.
Cien años separan a aquella cuerda de cáñamo de las de kevlar que ahora están a nuestra disposición. Pero lo decisivo, la pasión que animaba y sigue animando a todos ellos es la misma: la pasión por las montañas. Un sentimiento hecho de ventisca, hielo, belleza y desafío. Un sentimiento difícil de explicar pero imposible de resistir.
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Sebastián Álvaro es director del programa de TVE Al Filo de lo Imposible.