El chándal clásico de Camacho
Estoy deseando que Realmadrid TV empiece a emitir en directo los entrenamientos de Camacho. Un espectáculo. En sólo una semana nos han regalado más cosas interesantes (basta repasar la portada de ayer de AS) que en toda la temporada pasada. No es que Queiroz dejase el listón muy alto. De hecho, no dejó ni listón. Pero a los nostálgicos nos emociona ver el nivel de entusiasmo y de rigor que aplica Camacho en cada jornada de trabajo. Aconsejo contemplar su apuesta estética. Seguro que nunca ganará un Oscar de Hollywood al mejor vestuario, pero me parece admirable que este enamorado del fútbol total haya recuperado para la causa el chándal de toda la vida. Fíjense como desafía al tórrido calor madrileño (aquí, cuando pasa de los 30 grados te sientes como el morcillo dentro de un cocido) sin que su famosa transpiración le haga efecto. Pantalón largo y cicatrices de guerra a buen recaudo. Genial.
Ese chándal con las tres rayas clásicas de Adidas nos rescata las imágenes en blanco y negro del NO-DO con Miguel Muñoz marcando paquete (en los 70 los pantalones se ceñían a tu cuerpo como una serpiente pitón) o al coach Di Stéfano en los años de la movida madrileña enviándole balones medidos a la cabeza de Santillana. Buenos tiempos. El chándal de Camacho nos dibuja una escenografía sobria y honesta de un Madrid más creíble y humano, en el que las colonias de marca y los rolex no se convertirán en un elemento más del paisaje. El Madrid debe ser galáctico por su fútbol, no por su glamour. Camachito bromea con Ronaldo, éste sigue la coña... pero no deja de correr. Ésa es la clave. Todos felices, pero remando juntos. Ese chándal jurásico nos hará campeones.