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La nueva vida de Ronaldo

Muchas cosas van a cambiar en el hiperactivo Madrid de Camacho. Un hombre marcado por su pasado. Nunca olvidará los dos años varado por unas adherencias solventadas por el doctor Robert Judet, paisano de Zizou. El infortunio le ha servido para valorar lo que tuvo, lo que tiene y lo que aspira a tener. Camacho ha impuesto desde el primer día la filosofía del trabajo. Entrenamiento físico, comida en grupo, siesta (eso sí, individualizada para evitar distracciones), vuelta al tajo para disfrutar con el balón y hasta mañana, chicos. Una jornada full time. Así se incentiva la vocación por tu profesión. Lo de Queiroz era un safari donde había tiempo para el choteo, las escapadas al gimnasio (en muchos casos, así se enmascaró la ausencia injustificada de algún galáctico) y la falta de rigor en la preparación física. Entrenarse es de cobardes...

Con Camacho veremos la mejor versión de gente como Ronaldo o Roberto Carlos, que junto al infatigable Salgado se incorporarán mañana a esta versión maratoniana de la pretemporada madridista. Ronaldo ha encontrado el amor (que no es lo mismo que hacerlo) en ese bellezón llamado Daniela Cicarelli, que le ha puesto a dieta (que no es lo mismo que tenerle a dieta) y lo ha metido en la senda de la vida contemplativa y serena. Si Ronie o Beckham se dan un palizón en los entrenamientos tendrán menos ganas de coger un avión en Torrejón a la hora del aperitivo para cenar en cualquier punto de la Unión Europea. Se trata de vivir en Madrid y por el Madrid. No es un castigo. Es un privilegio que deben asumir por su condición. Jugar en el Bernabéu es retozar en el paraíso. Pero el placer sin dolor carece de morbo. Entréguense a Camacho, chicos. El jefe.