Los besos que saben a albóndigas

Los besos que saben a albóndigas

Cuenta Figo al cocinero Sergi Arola en una curiosa entrevista culinaria que publica este mes la revista GQ que el fracaso le sabe a hígado con cebolla, el esfuerzo a trufa, la lucha a higos, el Bernabéu a espinacas y el Camp Nou a cochinillo (lógicamente). También asegura que los besos de una mujer le recuerdan a las albóndigas, extraña evocación que sólo se entiende porque son el plato típico de Suecia, el país de su esposa, donde las albóndigas deben estar riquísimas de la muerte, mucho mejores que las de Ikea, que no están mal, conste. A lo de las espinacas le encuentro peor explicaci yo, tan simplón, hubiera dicho merengue o jamón serrano del que pica.

Es un tipo peculiar Figo. Cuando llegó al Madrid muchos no le perdonaron su falta de entusiasmo en las celebraciones, todavía se siente del Barcelona, dijeron. Yo, en cambio, nunca vi aquello como una actitud reprochable, sino como un complejo de culpa que ni podía ni quería ocultar, en cualquier caso mucho mejor que el que cambia de chaqueta y a los dos minutos está besando el escudo que fue enemigo. La impresión es que Figo ejerce de incomprendido, de isla, curioso tormento el del egoísta que vive de asistir a los demás.