Me gusta la idea de apostar por un jugador de 22 años con posibilidades de convertirse en estrella, alguien sin nombre y sin excesivas prisas, sin la titularidad asegurada y dispuesto a luchar por ella. Creo que eso despierta el hambre del que viene y del que sigue. Es el tipo de movimientos atrevidos que envidio en otros clubes, los descubridores. Me gusta el cambio de tendencia, ese intento por fichar al crack antes de que lo sea, conscientes de que el riesgo de equivocarse es siempre menor que el precio que se pagará después.

Me gusta el aspecto de Seitaridis (un Maldini diestro y griego, dicen) y me gustaría que el Madrid no cejara en el fichaje de Xabi Alonso (22) o en el de Joaquín (22), porque sólo futbolistas como ellos aseguran el futuro de un equipo que envejece de forma alarmante. Más preocupados por las renovaciones de por vida, se dejó escapar a Reyes (20), que le costó al Arsenal lo mismo que Samuel al Madrid y que crece en el banquillo sin dar problemas.

El futbolista que no es bueno a los 20 años no es bastante bueno para jugar en el Madrid. No creo en los canteranos con descapotable que necesitan madurar. Creo en los jóvenes que gritan vengan de donde vengan. Entonces no es gastar, es invertir.