Nunca nos fueron bien las cábalas
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La última vez que nos devanamos los sesos haciendo cuentas acabamos en la calle. Fue en la fase final del Mundial de Francia. Arrastrábamos el fiasco contra Nigeria y de nada sirvió la goleada frente a los búlgaros. El domingo es diferente. Echamos cuentas porque nos invade el miedo tras dejarnos dos puntos absurdos frente a los griegos. Pero las cuentas no deben variar el objetivo: salir a ganar. En esta ocasión no dependemos de terceros. Las cábalas sólo sirven para un caso de apuro, para si vienen mal dadas y a cinco minutos del final estamos perdiendo. Entonces sí hay que considerar que el empate nos mete en cuartos y hasta Iker Casillas debe subir al remate. Pero el resto es enredar por enredar. Ya quisiera la selección de Portugal estar con el mismo porcentaje de posibilidades que nosotros.
Sinceramente, lo que más me preocupa es que esos cálculos los tengan en mente el seleccionador y sus asesores, los mismos que le dijeron que no era bueno dar el once titular antes de jugar contra Grecia. Algún día nos contará el bueno de Sáez por qué delega tanto en Delgado Meco a la hora de hacer piña y grupo con lo del limoncito y otras veleidades, con lo de la sonrisita forzada ante la prensa para demostrar buen rollo en el entrenamiento de ayer. Debería saber Iñaki que la valoración a su trabajo la haremos al final de la Eurocopa en función de sus decisiones, en función de los resultados, y nunca por lo que dijeran amigos o asesores. Cara al domingo, tengo claros los números: seguimos sin perder, hemos demostrado ser mejores que Portugal y merecemos estar en cuartos.




