Iñaki Sáez defiendesu burbuja
Es pronto para saber si los extravagantes métodos para hacer grupo del preparador físico y los esfuerzos de Raúl por ostentar los galones sirven para fortalecer un carácter que suele ser débil en las grandes citas. Tampoco podemos atisbar si la maldita soledad a la que están sometidos los técnicos afectará a Sáez. De cara a la galería, todo son mensajes positivos. Sin entrar en los misterios de la mente, sí conocemos que nuestra Selección no es inferior a nadie. Ya han desfilado los favoritos y ninguno tiene nuestro potencial ofensivo. Pero quedan dudas sobre si sabremos explotar toda nuestra artillería...
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Las llamadas rotaciones le van a venir de miedo al técnico para no bajarse del burro y dar satisfacción a los que pedimos cambios. Iñaki nos pide que confiemos en él. Hecho. Nos reconoce cierta terquedad en sus planteamientos. Evidente. Y anuncia cambios contra Grecia. Elemental. Es un regate hábil para seguir soportando presión, contentar al grupo con decisiones coherentes y probar alternativas más ambiciosas. Si los cambios se quedan en Xabi Alonso por Baraja, la intensidad del debate aumentará: la pareja de medio centros parecía lo más intocable. Nadie duda de la contundencia defensiva del equipo. Las reivindicaciones se plantean en los cuatro puestos de ataque.
Y ahí está la madre del cordero. Porque Raúl es proclamado líder por técnico y compañeros. Porque la temporada de Morientes y su estadística en la Selección pesan más que Torres. Porque Valerón encandila cuando sale, pero hay que analizar lo que ha hecho en partidos decisivos. Y porque Etxebe es de la misma generación que Raúl, a la que no pertenece Joaquín. Seguro que ninguno se atrevería a quitar de un plumazo a los colegas de ataque de Vicente. Uno o dos cambios sí haríamos. Iñaki prefiere ser amarrategui.




