Uno de los nuestros

Uno de los nuestros

El madridismo militante, Florentino, Valdano, Del Bosque y hasta el portero de la puerta 50 sólo tienen ojos para él. Zinedine, Yazid, Yaz , Zizou o, simplemente, Zidane. El marsellés de la mirada luminosa es como la Carlsberg. Posiblemente, el mejor jugador del mundo. Aparece en escena con sus vaqueros semiceñidos, su rostro de hombre bueno y su sonrisa discreta, sincera, sin giros ambiguos. Tiene cara de persona noble, sin dobleces, con pinta de ser lo que es, un futbolista de una pieza. Zizou no es el rey que domina el mundo porque se lo impide su verbo frío, humilde y calculado, pero transmite honestidad y un deseo indisimulado por crecer, como jugador y como individuo, en Madrid, en el Madrid, en el Bernabéu...

Zidane pasó por la redacción de AS como un ángel. Feliz saludando a los niños y firmando autógrafos sobre camisetas blancas que esperaban su cotizada rúbrica. Yaz lo asumía todo con curiosidad sana, casi infantil. Se le veía relajado, expectante ante todo lo que le preguntábamos. Hubo mucho de luminosidad en su cálida visita. Todos le mirábamos entre fascinados ante la cercanía del nuevo Capitán Trueno del mejor equipo del siglo XX y la sencillez de un tipo que parece abrumado por tanto glamour. Pero lo mejor está por llegar. Va conociendo el espíritu de la Fábrica y por fin va a debutar en el pasto del Bernabéu. Zidane ya es uno de los nuestros.