No hace muchos años, arrasó en taquilla una película made in USA que protagonizaban unos raperos flipados por el baloncesto. El título lo decía todo: "Los blancos no la saben meter". El asunto puede sonar a chanza, pero esconde una cruda realidad que refleja al 100% la preocupante esterilidad ofensiva mostrada por el campeón de Liga en lo que va de verano. Si cuentas en tu pasarela de artilleros con futbolistas del calibre de Figo, Raúl, Savio, Morientes, Guti, Solari, McManaman o el propio Zidane, parece impropio de un equipo de semejante grandeza estar tan miope ante las porterías rivales.

En los cinco partidos serios disputados desde el 27 de julio (la pachanga con el Nyonnais no puntúa), el Real Madrid de la lluvia de estrellas sólo ha sido capaz de marcar cinco goles. Dos al Lausana (Raúl y Guti), uno al Montpellier (Guti), cero al Al Ahly, uno al Cruz Azul (Raúl) y otro al Depor (Figo). Cinco en cinco, o sea, un mísero gol por encuentro.

El baile acaba de empezar y el Madrid tiene poder de seducción sobrado para reír el último. Pero no basta con mejorar su fútbol y su actitud, como hizo anoche en Riazor. El Madrid de Zidane debe impactar, enamorar y matar al enemigo con las toneladas de talento que posee su línea de ataque. El gol está de vacaciones. Paciencia. Esto sólo es el aperitivo.