Cuestión de conciencia

Cuestión de conciencia

Desde 1980 asisto a rallys con asiduidad, incluyendo la mayor parte de pruebas mundialistas y nacionales de la especialidad. Y en todo ese tiempo mi coincidencia con accidentes mortales ha sido prácticamente nula. Valga esto para centrar una situación que no se corresponde con la realidad. Porque los accidentes acontecidos en los últimos tiempos no deben servir para hacer leña del árbol caído. Ha habido una mala racha, y estamos hablando de un deporte peligroso, en el que coches a toda velocidad ruedan entre espectadores. Pero las víctimas de los rallys son mucho menores que las de otros deportes, aunque parezca mentira. Los últimos accidentes se han producido en pruebas de poca categoría, carreras de pueblo. En el Mundial o Nacional es difícil encontrar antecedentes.

Precisamente las últimas víctimas de una cita mundialista se han produjeron en Finlandia, en 1995 y 1996. Y se trata del rally más seguro del mundo, por medios y civismo de los espectadores. Y ésa es la clave de la cuestión: la conciencia del público. Porque por mucho que un organizador haga, y se hace, sin la colaboración de los espectadores es imposible asegurar el final feliz en carreras de varios centenares de kilómetros. De ellos depende la mayor parte su seguridad, al igual que en San Fermín el que corre con dos copas de más se la juega.