Con la casta de Merckx

Lance Armstrong ha rematado una nueva victoria para terminarnos de demostrar, si es que quedaba alguna duda, que no es sólo un campeón, es un superclase con la casta de Eddy Merckx o Bernard Hinault. Salvo estos tres casos, no he conocido personalmente otro corredor que, no sólo domine el Tour, sino que además sea generoso en el esfuerzo para adornar sus triunfos con el estigma del ganador insaciable.

Es tan superior que juega con los demás. Ayer se la volvió a jugar a Ullrich, quien otra vez endureció la carrera para Armstrong. En todo caso, hay que felicitar a Ullrich, que no se rinde y ha intentado atacar de lejos, pero le ha sido imposible soltar a Armstrong y al final estaba un poco tocado con la caída, en la que, por cierto, el alemán ha tenido mucha suerte.

Como en el Tour anterior, hay cuatro escalones bien diferenciados. En el primero está Armstrong; en el segundo, Ullrich; en el tercero, Beloki; y después van los demás. Y hay una sensible altura entre cada peldaño. Yo espero que el podio de París sea idéntico al del año pasado.