Gente con 20 Grand Slams a las espaldas, como Nadal y Djokovic, no tendrían la necesidad de regalar los oídos a un recién llegado.
Nadie que le haya seguido puede negar que Novak Djokovic ama el tenis y respeta a los que los que lo hacen posible: rivales, prensa, aficionados...
Nole integra un ilustre palmarés donde ya figuraba Nadal, en una edición con mucho tenis: Badosa y Alcaraz, entre los premiados, y Santana, en el recuerdo.
Djokovic, en las últimas temporadas, se ha desatado. Desde que Federer ganara en Melbourne en 2018, el serbio se ha adjudicado ocho Grand Slams por cuatro de Nadal.
No vi nunca jugar a Manolo Santana, pero una vez tuve el privilegio de sentarme a comer a su derecha en El Cabra, en la playa de Pedregalejo en Málaga.
Si Santana no hubiera sido Santana, seguramente Nadal no hubiera sido Nadal. España ha sido un país de grandes tenistas desde que Manolo abrió la puerta y marcó el camino.
Alcaraz es un tenista con un potencial difícil de calcular porque lo tiene todo: servicio, derecha, revés, volea, físico, cabeza, actitud, competitividad…
Medvedev no tiene ningún problema en cargar con ese papel de villano, no se amedrenta ante pitos y abucheos. Al contrario, se crece ante ellos…