Una guerra fría en Suzuka
Verstappen puede resolver el título en Japón con el techo presupuestario de Red Bull en 2021 como debate de fondo ante la presión de los rivales
Tres años después, la Fórmula 1 regresa al circuito favorito de una amplia mayoría de los pilotos, Suzuka, y al hogar de los fans más inclasificables del planeta. Además, el GP de Japón puede ser decisivo en 2022: Verstappen tiene sólidas opciones de proclamarse campeón del mundo este domingo con cuatro carreras aún por disputarse. La cuenta del neerlandés es sencilla y se puede saldar por la vía rápida: si gana y hace la vuelta rápida, no importa lo que hagan Leclerc y Pérez porque habrá asegurado el bicampeonato. Si no, necesita sumar ocho puntos más que el monegasco y seis más que el mexicano para sentenciar matemáticamente su segundo título.
Al campeonato como organización le conviene un desenlace en Austin. Por horario, el prime time en Europa y sobre suelo norteamericano (casa de Liberty Media) en lugar de la trasnochada madrugada nipona. También por sostener la emoción dos semanas más, si es que se puede hablar en esos términos de un liderato, el de Max, con una centena de puntos de ventaja desde el verano. A Red Bull sí le satisface una conclusión en Suzuka: el circuito es propiedad de Honda y los nipones fueron socio indispensable del título en 2021, con una unidad de potencia que por primera vez desequilibró a Mercedes y ahora parece la referencia.
En teoría, desde 2022 los motores son gestionados de manera independiente por la fábrica de Milton Keynes. Pero se trata de una formalidad burocrática: en realidad son los mismos propulsores del año pasado y Honda brinda soporte técnico al equipo energético. De hecho, este miércoles se anunció que la marca estrecha sus vínculos con la escudería y regresará a la carrocería del RB18, también del Alpha Tauri, a partir de este fin de semana. Hasta ahora, la única presencia de los japoneses era a través del logotipo de HRC.
El Gran Circo llega a Japón con un ambiente enrarecido en el paddock. En las últimas semanas se avivó el rumor cierto de que Red Bull se excedió en el tope presupuestario de 2021, además de otro equipo (que es Aston Martin). Se habla de una infracción menor, que según el reglamento es aquel desvío inferior al 5% del techo de gasto (unos 7,2 millones sobre 145 millones de dólares). Y aunque el reglamento financiero de la FIA contempla sanciones variadas (desde la multa económica hasta la exclusión), parecía claro que se trataría de un asunto leve y con fácil resolución.
Sin embargo, y por ahora, el caso sigue siendo opaco. Se esperaba un informe detallado este miércoles, pero la FIA confirmó que “el análisis de los datos financieros enviados es un proceso largo y complejo que concluirá con una publicación el lunes, 10 de octubre, a la vez que resalta que “todos los equipos han colaborado” y cuestiona la “significativa e infundada especulación en relación con este tema”. Pero no hay datos públicos aún. Quizás resulta más fácil gestionar el embrollo de puertas para adentro y presentarlo en público cuando yo esté zanjado para no enturbiar el desenlace de 2021, ya embarrado por el coche de seguridad que dio el título a Verstappen e hizo perder el puesto a Michael Masi.
En Singapur, Christian Horner deslizó que no era casualidad que Mercedes y Ferrari airearan este debate cuando el neerlandés está a punto de resolver la temporada. Toto Wolff y Laurent Mekies presionaron cuando tuvieron micrófonos delante, aunque el francés no señalara con el dedo. Mercedes, Red Bull y Ferrari están en guerra fría permanente y cuando uno muestra sus debilidades, los otros dos atacan. Wolff y Horner fueron muy duros con Binotto cuando la investigación del motor Ferrari en 2019 se saldó con un acuerdo confidencial. Ahora, Brackley y Maranello pueden tener motivos para caldear el paddock. Unos, porque perdieron el título contra ellos después de siete temporadas en 2021. Los otros, porque lo van a perder en 2022.