Terol: “Aspar es mi padre de las carreras”
“Cuando Jorge me propuso este trabajo, no dudé. A muerte. Sé que tengo que aprender muchas cosas, pero a trabajo no me gana nadie”, dice el alicantino.
Aspar sufrió una pérdida importantísima para su estructura con el salto a MotoGP de Gino Borsoi, el team manager de sus escuderías al que ha fichado Ducati y que de momento mantiene en el Prima Pramac. Sin embargo, la ausencia del italiano no se nota, porque el tetracampeón ha puesto en su lugar a Nico Terol, que ya venía fogueándose en la escuela de Aspar, con el Júnior, y al que se ve perfectamente integrado en el box después de seis GGPP. El piloto más educado del paddock en su momento, pasó luego a ganar carreras e incluso a ser campeón del mundo de 125cc en 2011. Ahora, a sus 34 años, sigue en la competición, pero sin jugarse el bigote y aprendiendo cada día.
-Me han dicho en el box que le llaman ‘el dinosaurio’, porque le conocieron de crío y se va haciendo mayor. ¿Lo sabía?
-Sonríe. Sí, lo sabía. Esto te lo ha dicho ‘el culebra’, Óscar, que te he visto hablando con él. Es un mecánico que trabajó conmigo. No me importa, el dinosaurio es guerrillero, pero también es porque me hago mayor. Me hace gracia. Somos una familia y nos sacamos motes y nos gastamos bromas. Hay que tener también esos momentos de relajación y a mí me gusta disfrutar de cada momento.
-¿En qué consiste su trabajo como director deportivo o como team manager?
-En ser el padre de toda esta gran familia y estar pendiente de todo. El equipo de Aspar es muy grande. Tenemos el Júnior, Moto3, Moto2 y MotoE, y soy un gestor que se encarga de que todo esté engranado, lo que es muy importante, porque aquí cada pequeño detalle suma mucho.
-¿Cuesta más engranar la parte mecánica o el factor humano?
-El factor humano es lo más importante. Como nuevo que soy en el cargo, veo que tengo una parte deportiva con mucha experiencia, porque en el equipo júnior llevo trabajando con chavales de diferentes países varios años, y a pequeña escala ya conozco esa parte, pero me faltan cosas, como entender el recambio o mil cosas que tienes que controlar. Lo bueno es que veo que las bases están asentadas y a medida que va pasando el campeonato voy aprendiendo muchas cosas. Y destaco sobre todo la parte humana. Un técnico marca más la diferencia siendo buen psicólogo que un mega técnico. A mí me encanta la parte deportiva, hacer muchas reuniones, repasar dónde se puede mejorar, que seamos una familia y que haya momentos de risa, como lo de que me llamen dinosaurio o el partido de fútbol que vamos a echar entre nosotros cuando lleguemos a Holanda. Y cuando toca meter un puro, también tengo mano para eso.
-Me consta que alguno ha metido ya en lo que va de temporada...
-Sí, porque es necesario. Yo no quiero, por ejemplo, padres en el box, porque el 80% de ellos restan más que suman. Un padre tiene que ser un padre, y no pinta nada en el box.
-Le veo con las ideas muy claras en su nuevo rol...
-A mí me gustan que me digan las verdades y si, por ejemplo, yo le doy ahora palmaditas a un Izan Guevara cuando las cosas no salen, siginificaría que está en su límite, y no es así porque lo puede hacer mucho mejor. Le digo las cosas que puede mejorar. Estamos en un momento difícil con Izan y sabemos que podemos darle la vuelta. Cada día me levanto pensando en cómo le puedo ayudar a salir de la situación en la que está y sé que es el típico piloto que no sale y que no sale, pero que cualquier día lo hará.
-¿Qué le falta para lograrlo? Usted pasó por una situación parecida cuando subió a Moto2...
-Hay que ser realistas. Moto2 es muy complicado. Yo he pasado por ahí y le di la vuelta. Te digo que Izan tiene un talento mucho mayor que el mío, que fui campeón del mundo, como él, y estoy seguro de que resurgirá. Que le haya salido todo tan fácil, ganando tres títulos en cuatro temporadas, nunca se ha visto en una situación como la actual y también tiene que aprender a lidiar con ella. Estamos tocando fondo para luego resurgir. Ahora mismo no entiende bien la moto por lo que sea, pero todo el equipo tiene confianza en él. Hay que ayudarle. Ahora necesita dar más vueltas en un mismo ritmo y entender más la moto, y si tiene que tirar la moto, que la tire, que yo se lo he dicho. Le está costando más de lo que esperábamos, pero nadie le pone en duda dentro del equipo.
-¿Dudó en algún momento cuando Aspar le propuso dar este paso?
-No. Yo soñaba con algo así, aunque veía a Gino y no me imaginaba que pudiera hacerlo yo. Sin embargo, cuando Jorge me lo propuso, no dudé. A muerte. Sé que tengo que aprender muchas cosas, pero a trabajo no me gana nadie. Como piloto he vivido de todo y como persona me he reinventado. Jorge ya me dio la oportunidad con el equipo júnior y lo he hecho crecer. Soy muy competitivo y esto es vocación, así que no me importa trabajar 24 horas si es necesario.
-¿Qué es Aspar para Terol?
-Es mi padre de las carreras. Desde pequeño que empecé con la Cuna y llegué a ser campeón del mundo con él. He tenido momentos difíciles y me he ido a otros equipos, pero siempre me ha recibido con las manos abiertas y confía mucho en mí en la parte deportiva. Eso me da mucha tranquilidad para poder plasmar mi trabajo, y en lo que me falta Jorge me ayuda a aprender.
-¿Qué le falta?
-Él me dice que quiero llegar a todo y a veces me baja dos marchas, y me dice que esto es muy largo, que estamos en un equipo muy grande y que no quiere que me sobrecargue. Tengo que saber ser más práctico y tomarme más tiempo para entender lo del recambio y esas cosas. Aún así, estoy muy contento de cómo voy gestionando todo.
-¿Hay algo que envidie de los pilotos?
-Sí, y es envidia sana. Cuando llego al box después de desayunar en una mañana soleada y veo que es día de reventar cronos. Y también un final de carrera apretado, de esos que te salen bien, porque el vacío cuando pasas por meta y disfrutarlo con tu gente es brutal. Y yo no disfruté los buenos momentos como debía, porque ya estaba pensando en la siguiente carrera. Por eso le transmito a mis pilotos que, cuando hay buenos momentos, los disfruten de verdad, porque eso nos carga a todos y luego un día dejan de estar. Es difícil estar en el top muchos años.
-¿Sigue rodando en moto?
-Gino ya me decía: “Chaval, prepárate, que las motos de enduro y de trial se te van a llenar de polvo”. Yo me reía y no le creía, pero es verdad. Cuando tengo huequecito sí que las cojo, pero nada de rodar con la R6 con los niños. Además, en mi cabeza está que tengo una responsabilidad grande y no quiero hacerme daño.
-¿Qué es lo más complicado de su trabajo o lo que menos le gusta?
-Lo que menos me gusta es ponerme con el Excel en el ordenador a controlar cosas, porque voy acelerado todo el día. Hay que estar pendiente hasta de si los camioneros han llegado bien a casa, y les llamo después de cada viaje. Son mi familia y, si tú te desvives por ellos, ellos se desviven por ti. Los lunes llego a casa reventado, con una resaca de carreras que es peor que las de salir. Llego deshecho los lunes.
-Una última. ¿David Alonso es la joya de la corona Aspar?
-Sí que lo es. Ha ganado mucho en el pasado y lo está haciendo bien en su primer año en el Mundial. En Mugello fue cuarto. Cómo aprende, cómo mantiene la calma y cómo ataca cuando puede. Le pegó un hachazo a Saski que luego se lo devolvió, pero es normal, porque está con pilotos que llevan seis años en la categoría. Estamos muy contentos con él. Se ha criado con nuestra escuela y cree mucho en nosotros, y nosotros en él.
-Siga aprendiendo, y disfrutando.
-Muchas gracias. Seguiremos.