Ducati se desesperó con Rossi
En Borgo Panigale desarrollaron “siete versiones de motos diferentes en dos años”, para darle al italiano un prototipo competitivo como admite Juan Martínez, entonces jefe de mecánicos.
En su momento parecía el sueño perfecto. Un equipo italiano ponía al manillar de su moto a un piloto italiano, que no era como otro cualquiera. La llegada de Valentino Rossi a Ducati fue un momento clave en la historia de MotoGP, a pesar de que la realidad convirtió el sueño casi en pesadilla. Una relación en la que solo se veía una apuesta ganadora, supo desde el primer test de pretemporada en Valencia que estaba destinada al fracaso. Y a pesar de los continuos intentos que llevaron a cabo desde Borgo Panigale por protagonizar otro final, les fue imposible revertir el guion.
Durante su andadura en Ducati, la sexta plaza fue la mejor posición del nueve veces campeón en la general (el año anterior, en 2011, fue séptimo) y durante un gran premio, dos segundas posiciones que fueron la excepción a la regla. Porque de manera habitual, los fines de semana iban acompañados de muchas decepciones. “Fue la peor moto que podía haber tenido, era muy mala”, admitía Loris Capirossi, en el documental ‘La vida en rojo’ de DAZN. Tanto la GP11 como la GP12 fueron prototipos experimentales, que adquirieron esa imagen ante la urgente necesidad de ver a Rossi en las primeras posiciones con la Desmosedici como explica Juan Martínez, entonces jefe de mecánicos en el box rojo: “El problema es que no se sabía bien cómo era aquella moto por la llegada de Valentino y la necesidad de poner al alcance de Valentino una moto que fuese lo suficientemente competitiva”.
Mauro Grassilli, director deportivo de la casa de Borgo Panigale, tiene claro que el problema del nueve veces campeón “fue que llegó a Ducati como un fenómeno que podía salvarles de una situación, no difícil, pero sí mejorable”. Y no fue así. Sobre todo, porque las peticiones de Valentino no eran ni siquiera parecidas al concepto de Desmosedici que se había desarrollado desde la fábrica de Bolonia, como explica Martínez: “La moto diseñada por Filippo Preziosi era una moto diseñada, pensada y concebida para no tener un chasis perimetral, y la llegada de Valentino incluso hizo cambiar esta parte tan importante del proyecto, un poco con la intención de convertir una Ducati en una Yamaha”.
La transición de la Desmosedici hacia un prototipo similar a la M1 del fabricante japonés resultó inviable: “Como conceptualmente la moto no está concebida del mismo modo, pues al final los resultados no eran los mismos”. Tras las indicaciones de Valentino, la moto italiana era “especialmente ancha ergonómicamente”, lo cual, “limitaba la capacidad de movimiento de los pilotos encima de la moto y lastraba las prestaciones”. Pero a pesar de contemplar la imposibilidad de esa transformación, el técnico español asegura que “se hicieron siete versiones de motos diferentes en dos años” para buscar un buen resultado junto a El Doctor. Y lo mejor fueron esas dos segundas posiciones, que apenas se recuerdan. Porque la estancia de Rossi en Borgo Panigale, solo dejó tintes de fracaso y desesperación en el seno de Ducati.
Ducati bloqueó las redes sociales
En la fábrica italiana vivieron “momentos de mucha tensión”, como cuenta Martínez, ante la imposibilidad de ser competitivos junto al piloto que había marcado una época en MotoGP: “En ese momento tiembla todo. Se mueven los cimientos de la propia empresa. Gente muy fiel a la marca y que independientemente del nombre que se monte encima ellos son ducatistas, fueron muy críticos (llegaron a perder patrocinadores)”. Y hasta tal punto llegó la situación, que en Ducati tuvieron que tomar medidas: “En algún momento tuvieron que bloquear las redes sociales por las críticas en contra de la gestión o los resultados que estaba consiguiendo el propio Valentino, y afectaban a todos los puntos de la fábrica, desde el propio Domenicali (CEO de Ducati) hasta la parte de abajo”.