Las Ducati tensan la cuerda y Maverick se apunta a la fiesta
Miller, Bagnaia y Bastianini copan las tres primeras plazas, Quartararo quinto y Aleix noveno. Los diez primeros, en seis décimas.
Qué meritazo tiene el liderato de Quartararo en este Mundial, porque su Yamaha no es, ni de lejos, la mejor moto de la parrilla en MotoGP, porque las Ducati no paran de tensar la cuerda y el francés parece en ocasiones un bañista de playa entre tiburones y porque las Aprilia también son hace tiempo mejores que su M1 y Maverick Viñales ya la tiene por la mano. Su séptimo final hubiera sido un cuarto de no quitarle su vuelta rápida, lo que vino por no cortar con bandera amarilla en la pista cuando la hizo.
El FP3 del GP de San Marino es otra muestra del panorama actual de la clase reina en estos momentos, con Miller, Bagnaia y Bastianini copando las tres primeras plazas y con Quartararo cuarto. Al francés se le ve enfadado cuando no le sale la vuelta perfecta y gesticuola sin desimulo para expulsar su rabia, pero lo importante es que tiene ritmo y siempre está ahí, algo que no se puede decir de un Aleix que está menos pujante en estos entrenamientos. El segundo de la general, a 33 puntos del francés, sólo ha podido ser octavo, pero al menos se ha asegurado el acceso directo a la Q2.
Han entrado en la segunda manga definitiva de la calificación, Miller, Bagnaia, Bastianini, que no ha mejorado su tiempo del viernes, Quartararo, Rins, Zarco, Maverick, Aleix, Morbidelli y Oliveira. Pasarán por el purgatorio de la Q1, Bezzecchi, Pol (fue uno de los pilotos que se cayó en la parte final de la sesión), Marini, Álex Márquez, Martín, Pirro, Binder, Di Giannantonio, Bradl, Nakagami, Dovizioso, Fernández, Darryn Binder, Gardner y Watanabe.
Siguió toda la sesión desde el box un Marc Márquez al que se vio todo el rato con una sonrisa que sólo desapareció con la caída de su compañero Pol, porque fue rápida y en un principio le costó levantarse, pero todo quedó en un susto.
Y para el recuerdo quedarán los varios stopie o invertidos, levantadas intencionadas de la rueda trasera, que Miller regaló al manillar de su Ducati en su vuelta de camino a boxes. Fue su forma de celebrar que había marcado el mejor crono.