Red Bull, campeón de constructores en medio de la marejada
La firma energética logra su quinto Mundial de fabricantes y rompe la racha histórica de Mercedes. Falleció Mateschitz, dueño de la empresa.
Nueve años después, un equipo que no es Mercedes conquista el Mundial de constructores de la Fórmula 1. Red Bull puso fin este domingo en Austin a la racha más larga de la historia del deporte en la clasificación de fabricantes después de asegurar matemáticamente el título de equipos de 2022 con los puntos de Verstappen y Pérez. La firma energética se convierte en pentacampeona, lograron cuatro de forma consecutiva entre 2010 y 2013, los años de dominio de Sebastian Vettel y Adrian Newey; y recuperan la corona con un RB18 dominante que ha logrado seis poles y 15 victorias durante la temporada. No fue el más destacado a una vuelta, ese honor recaerá sobre Ferrari, pero la enorme superioridad a la hora de cuidar los neumáticos, sus agresivos pontones huecos y la capacidad de aligerar el monoplaza conforme avanzó el curso lo han convertido en una bestia de domingos, fundamentalmente en manos de ‘Supermax’.
El campeonato, sentenciado matemáticamente con la victoria de Max y el cuarto puesto de Checo en el GP de Estados Unidos, coincide con un periodo convulso alrededor de Milton Keynes en lo extradeportivo. Este sábado falleció Dietrich Mateschitz, dueño de Red Bull e ideólogo de la cartera de patrocinios que llevó a la bebida a expandirse como actor protagonista en el mundo del deporte. El equipo de Fórmula 1 fue una consecuencia de esta estrategia y su muerte genera interrogantes, inevitablemente, acerca de la continuidad del proyecto a largo plazo. Los próximos dirigentes de Red Bull pueden no sentir esa conexión especial con el automovilismo.
Pendientes del techo de gasto
Además, desde Japón se sabe oficialmente que la escudería excedió el techo de gasto de 2021 en 1,8 millones de dólares. La FIA le presentó un acuerdo para zanjar la investigación que por ahora no satisface a Christian Horner. Después de varias reuniones con Mohammed Ben Sulayem, han acordado aplazar “hasta nueva orden” las conversaciones por la muerte de Mateschitz. Se retomarán la próxima semana y hay dos salidas: una consensuada, que puede incluir multa económica, deducción de puntos y menos tiempo en el túnel de viento; o ir al tribunal del techo de gasto de la FIA para que sean ellos quienes decidan qué sucede con Red Bull. Ninguna de las opciones es buena. La sombra del dopaje financiero ya ha hecho suficiente daño al fabricante y sus rivales aprovecharán para alimentar cualquier tipo de sospecha.
Pero más allá de las burocracias y las investigaciones, en la pista se ha visto lo que había: Red Bull fue durante toda la temporada, como en 2021, una perfecta coreografía. El mejor piloto, el mejor coche, las mejores estrategias, los pit-stop más rápidos, las decisiones más lógicas. Verstappen tiene un peso inmenso en este título; como Checo Pérez, escudero ideal y probable subcampeón. Pero hay más nombres: el coche lo firma Pierre Waché, director técnico, y los tiempos de Newey quedaron atrás. La estrategia está en manos de Hannah Schmitz. Helmut Marko, descubridor de pilotos. Las unidades de potencia las desarrolló Honda, que ahora regresa al carenado en calidad de anunciante. El futuro está nublado: está por ver cómo afecta la sanción de la FIA, que existirá, en el medio plazo de Red Bull. Tendrán un gran coche en 2023 y contarán con Verstappen hasta 2028. Desde el asfalto no hay motivos para dudar de la hegemonía del fabricante en los próximos años, pero las curvas fuera de la pista invitan a pensar que no será todo tan fácil a partir de ahora.