No es magia, es Newey
“Encaja diez cosas donde solo cabría una, empuja los límites”, revela Cowell. El diseñador mostró la maqueta de 2026 a Alonso y Stroll.


La cuarta visita en tres años de AS a la fábrica de Aston Martin arroja una reflexión rápida: ya no son solo unas instalaciones imponentes, ahora también son una fábrica de ideas. Antes había material puntero pero por fin lo utiliza el personal cualificado. Hay comunidad, las enormes oficinas ya no están vacías. Un ingeniero de performance termina su jornada en el gimnasio de la planta baja, y dos diseñadores se distraen con el tenis de mesa. El paseo por las instalaciones circunscribe un flujo de trabajo casi perfecto desde que se conciben las piezas hasta que se fabrican en los gigantescos autoclaves, se cuida su control de calidad y se llevan al otro extremo de los tres edificios, al ansiado túnel de viento. Todo sucede bajo el mismo techo en busca de la eficiencia. Un esquema más práctico que exuberante.
La inversión es muy importante en este deporte, pero la chequera no resuelve problemas cuando hay demasiados jefes en las reuniones. En algún momento hay que poner los recursos en orden, y da la sensación de que Aston Martin por fin ha sabido alinear a todos sus fichajes estrella después de conformar un equipo galáctico. Falta Enrico Cardile, que se incorporará en las próximas semanas, pero desde marzo es una constante la presencia de Adrian Newey, y durante la visita a las oficinas, AS se encontró al ingeniero estrella trabajando hasta tarde en la enorme pizarra de dibujo de su despacho. Ahora bien, no fue una aparición mariana ni una experiencia religiosa, como se describe en otras plazas. Convendría suprimir toda la mística alrededor de Newey y sus planes para el AMR26. No hay magia negra tampoco, solo un ingeniero haciendo justamente lo que se espera de él. Como cuando Alonso se sube al coche.

“El ritmo de cambios en el modelo de 2026 es el más alto que hemos tenido hasta ahora”
Andy Cowell, jefe de Aston Martin, explica esos flujos de trabajo que se inician en la pizarra del diseñador: “Tener a los aerodinámicos a pocos pasos de la zona de construcción o el túnel de viento acelera los procesos. Y tener a Adrian en la pizarra de diseño añade motivación para lo que hacemos para 2026. Esta semana tuvimos a Fernando y Lance (Stroll) en el túnel de viento con Adrian y la maqueta (del AMR26). Adrian hablaba de las características, y empuja los límites. Encaja diez cosas en el espacio donde solo cabría una. Es un desafío para los ingenieros y para todo el grupo de aerodinámicos. El ritmo de cambios en el modelo del 2026 es el más rápido que hemos mantenido hasta ahora. Es realmente impresionante”.
La postal de la visita recordó a aquella declaración del propio Cowell en una entrevista con AS: “Newey no va a reuniones ni responde correos electrónicos, simplemente diseña un coche rápido”. Red Bull deslizó en su momento que el ingeniero apenas tenía influencia directa en los últimos coches, quizás por eso algunos se sorprendan al ver que Newey, ciertamente, trabaja. Pero los hechos son más importantes que las palabras: cuando salió por la puerta de Milton Keynes en mayo de 2024, Verstappen y Pérez lideraban el Mundial de pilotos y Red Bull sumaba casi el doble de puntos que McLaren. Suena a otra era y apenas ha transcurrido un año.
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