Campeón el hijo del 'Peretujo', el de las 13 ovejas atropelladas
Pedro Acosta es el hijo de Mercedes Sánchez y Pedro Acosta, el mismo que salió en los 90 milagrosamente ileso de un accidente con una GSX-R 750 en Mazarrón.
La divina providencia quiso que Pedro Acosta, el padre del nuevo campeón del mundo de Moto3, saliera milagrosamente ileso a principios de los 90 de un accidente en moto en el que atropelló un rebaño de ovejas. El Peretujo, como le llaman en Mazarrón, porque es el nombre del barco pesquero de la familia y en el que aún trabaja, se llevó por delante "13 borregas" sin que a él le pasara nada y su vida pudo continuar para tener el 25 de mayo de 2004, junto a Mercedes Sánchez, su esposa, a un crío que en su primera temporada mundialista ya es campeón del mundo con sólo 17 años.
El Tiburón de Mazarrón es el pequeño de la casa, porque le preceden sus hermanas María del Mar (29 años) y Miriam (22), y la afición a las motos le viene de su padre, un asiduo al circuito de Cartagena para hacer tandas los fines de semana. Allí se llevaba con él al chaval y lo apuntó a los cinco años a la escuela de Paco Mármol, Pacote, su inseparable entrenador desde entonces. Lo que empezó siendo una estrategia para que el niño estuviera entretenido y él pudiera rodar tranquilo en moto, derivó en una brillante carrera hasta el Mundial, con dos años previos en la Red Bull Rookies Cup que ganó el año pasado al segundo intento. Siempre con la compañía de su madre en los entrenamientos, porque no tenía cómo ir hasta la escuela y ella dejó de trabajar como cocinera en un colegio para llevarle en su coche a entrenar, entrenar y entrenar.
Acosta padre no se mete en los métodos de trabajo que Pacote emplea con su hijo. Con transmitirle su pasión por las motos y especialmente por Kevin Schwantz tuvo suficiente. Por eso el dorsal 34 en su moto en sus primeros pasos. Los padres de Pedro se dejan ver poco por los circuitos. Hasta Portimao ha venido el papá a petición de su hijo, mientras que su madre se ha quedado en Mazarrón para vivirlo con su club de fans. AS tuvo la ocasión de hablar con ellos en Alcañiz y preguntarle a 'Peretujo' si era real su historia con un rebaño de ovejas. Nos la contó con gracia, interrumpido un instante por su hijo, que se coló en la conversación para contar divertido que "donde él se cargó las ovejas han puesto una bandera mía para homenajearme". Lo hicieron a su regreso de Qatar, donde derribó la puerta con un segundo puesto en su primer GP y una victoria en la segunda carrera. El hijo del Peretujo empezó haciendo historia, pero su padre también tiene la suya y la cuenta así para este diario:
"En el año 92 ó 93, no recuerdo bien, mi padre me compró la Honda Fireblade de 900cc, recién sacada al mercado, y un amigo mío se compró la Suzuki GSX-R 750. Al llegar el fin de semana yo tenía mi moto en el taller, porque me estaban cambiando la rueda trasera, para poder salir el fin de semana. El viernes por la mañana ya habíamos terminado de pescar en Mazarrón y le pedí a mi amigo Blas que me dejara su moto, porque del Puerto de Mazarrón a Mazarrón hay cinco kilómetros de recta y tenía que ir al taller. Era temprano, como las nueve de la mañana, y no había nadie en la carretera. Llegué al taller y me dijeron que la moto estaría por la tarde, así que de vuelta para el puerto, a devolver la moto, y ahí es cuando me dije que iba a tirar con la Suzuki para ver cómo iba…", empieza relatando el padre del campeón.
Y continúa: "Hay una curva antes de enfilar la recta que la pasé como a 160 y a partir de ahí me puse a cambiar marchas dando gas. De repente, como a mitad de la recta, vi una nube de polvo. Había caminos de tierra a los dos lados de la carretera y pensé que habría pasado algún coche de un lado a otro y había dejado polvo en suspensión. Cuando faltaban 800 metros para llegar, vi que había algo que se movía, y empecé a frenar, porque eran ovejas, y veía que me las llevaba por delante sin poder evitarlo. Los animales, por el ruido de la moto, se pararon, y dejaron un hueco de metro y medio por el que yo pensé que entraba. Como me la iba a dar igualmente, decidí soltar frenos y volver a acelerar, pero en ese momento las borregas decidieron volver a caminar hacia delante… Buah. Zapatazo. Me pegué de frente. Cayeron 13 ovejas. Yo con mi cuerpo me llevé alguna por delante, pero la moto mató lo que no hay escrito. Las partía por la mitad. Aquello era una carnicería. Yo caí encima de las borregas y me amortiguaron el golpe. Estaba lleno de sangre de la cabeza a los pies, pero yo no me hice nada. Ni una gota de sangre era mía".
Un milagro que había que celebrar: "Llegó la ambulancia, me llevaron al centro médico y mientras me examinaban me dijo el médico que le contara cómo había sido el accidente. El doctor no se creía lo que le estaba contando y en estas entró el guardia civil para firmar el atestado, en el que ponía que había 182 metros de frenada y velocidad de impacto de 215 kilómetros por hora". Y me dijo: "Nene, dale gracias a Dios, que has vuelto a nacer". Y eso hice, porque esa noche me fui de fiesta a la discoteca con mi amigo de la Suzuki. ¿Si me multaron? No, pero recuerdo perfectamente que el guardia me preguntó si no había visto que había una señal de 50. Yo le dije que, si no había visto un rebaño de 300 borregas, cómo iba a haber visto esa señal. Ahí hicieron una rotonda hace años y este año el ayuntamiento le ha puesto ahí una bandera del tiburón con su nombre a Pedro. Lo que es la vida, donde casi me mato yo le han puesto una bandera a mi hijo a modo de homenaje".