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FÓRMULA 1

Leclerc aplica el modo 'Kaiser'

En Ferrari le moldean mientras adquiere los hábitos del heptacampeón impulsado por Vettel. Habla René Rosin, su jefe en la F2. Se estrenó en Spa, como Michael.

Spa Francorchamps
Charles Leclerc.
VALDRIN XHEMAJEFE

"A mí lo de Charles no me sorprende porque le conozco, sé de lo que es capaz". Habla René Rosin, director del equipo Prema con el que Leclerc ganó la Fórmula 2 en 2017, un año antes de debutar con Sauber en Fórmula 1. Uno de tantos que han moldeado y pulido a este diamante de la fábrica de Ferrari, que aprende de cada kilómetro y, día a día, se parece cada vez más a un tirano del automovilismo. Tres poles, seis podios y por fin una sufrida victoria en un circuito de tronío, Spa-Francorchamps. Sirva como referencia que es el único ‘fijo’ del calendario, junto con Interlagos, en el que un bicampeón como Alonso no celebró triunfos (ganó en la F3000 y el WEC).

La evolución de Leclerc desde la pretemporada, Australia y las primeras carreras del año es digna de estudio. Su aportación al equipo, cada vez mayor. "Ha aprendido mucho del estilo de trabajo de Ferrari y de Vettel, que es muy metódico y analítico. Charles empieza en esta línea, que es la correcta, más ‘estilo Schumacher", explica el mejor insider de Maranello, Marc Gené. Se habla allí del progreso en el feedback del piloto, sus reuniones con los ingenieros duran cada vez más tiempo y recoge enseñanzas de todo lo que le sucede. Se fija en Seb, un gran hombre de equipo, y en la casa italiana le siguen moldeando con las rutinas propias del Kaiser.

En la pista, por ejemplo, aprendió en Red Bull Ring que se podía pilotar duro, y lo aplicó en Silverstone ganando un cuerpo a cuerpo a Verstappen espectacular. En el aspecto psicológico tiene poco margen de progreso, lo ha reforzado al máximo nivel desde sus inicios en monoplazas. Ganó una carrera días después del fallecimiento de su padre (F2 en Bakú, 2017), en Bélgica perdió a su amigo Hubert y cuando se puso el casco dirigió todos sus esfuerzos al objetivo deportivo. Además, "cómo gestiona estar en Ferrari con 21 años es espectacular", destaca una fuente del equipo. Y Rosin, también en conversación con este medio: "Quizás esperaba que tardase un poco más en luchar por los podios o aspirar a ganar. Tendrá que vivir con la presión de Ferrari y Vettel, pero está preparado para luchar contra todos, no es menos que nadie. Su capacidad para maximizar todo y funcionar a más del 100%, con todo el equipo a su alrededor, es uno de sus puntos fuertes. Claro, y luego está su talento natural, su velocidad".

En Austria acusó falta de experiencia en gestión de neumáticos, que llegaron destrozados a la fase decisiva de la carrera. Lo tuvo en mente en Spa cuando le informaron por radio de que Hamilton acechaba. "Max me cogió muy rápido entonces. Aquí no iba pensando en aquella carrera, pero sabía que Lewis tenía mucho ritmo y pedí al ingeniero que me actualizase la ventaja a cada vuelta. Era inferior en cada paso por meta y tenía problemas con los neumáticos traseros, por lo que me centré en cuidar del equilibrio del coche sin perder mucha velocidad", explica a AS. El pentacampeón olía la sangre, pero no pudo acercarse lo suficiente.

Su estilo de pilotaje es otra clave de éxito para circuitos en los que sufre su compañero. Leclerc tolera el sobreviraje, mientras Vettel necesita una conducción fina para brillar, y este Ferrari que adolece de carga aerodinámica pero vuela en línea recta invita al derrape controlado en las salidas de las curvas, al acelerar. Ferrari confía en él como su líder del futuro, y cada vez más del presente, y su opinión cuenta cada vez más en las configuraciones de los reglajes. Binotto tiene fe ciega en su talento, y ahora quieren que adquiera los hábitos del más grande que pasó por Maranello. Schumacher, por cierto, logró su primera victoria en Spa.