"Si alguien cercano hiciera el Dakar en moto no me gustaría"
Laia Sanz, en As, tras resistir en su noveno Dakar y acabar undécima, aun llegando sin pretemporada: "Quizás ahora un resultado así parece fácil".
El mes dakariano de Laia Sanz terminó ayer en la Redacción de As con la visita tradicional para celebrar el undécimo puesto, su segundo mejor resultado de siempre, y su noveno rally terminado de nueve participaciones. "Un Dakar especial" que afrontó sin pretemporada por culpa de las secuelas de una mononucleosis y que terminó con final feliz. "Suerte que pegué un buen cambio a mitad de diciembre y pude entrenar. Y en la carrera regulé muy bien, al principio fui más despacio de lo que tocaba pero no me agobié por verme atrás en la clasificación. Fui de menos a más, lo gestioné y en la última semana me encontré cómoda", explica la catalana.
Con 33 años, sólo el noveno puesto de 2015 mejora su Dakar 2019: "El año pasado corrí mucho, para mí fue uno de mis mejores de siempre, y acabé 12ª, aunque es cierto que estaba más cerca del octavo en tiempos". Parece fácil establecerse en el top-15 de la carrera del desierto, pero no tiene nada de sencillo: "Como en los últimos años he estado regularmente ahí, quizás parece que los resultados pierden valor o que un undécimo es fácil. El primer año que acabé 16ª fue la bomba, y ya el noveno fue increíble. Y sin embargo el año pasado, con el 12º, parecía que bueno, no estaba mal. Pero sigue siendo muy complicado".
Así que fue un raid "en el que todo salió muy bien" en el plano personal, pero quizás no en lo relativo a la propia carrera. Aunque al final "se salvó en un solo país, Perú, y es bueno para todos", fallaron algunos detalles, "el podio de ahora es un poco frío y la salida también". Laia no siempre disfrutó del recorrido y echó en falta que la navegación sacudiera la clasificación: "Coma y Despres no llegaban al último día separados por un minuto. El ritmo que hay ahora es una locura, pero en un Dakar tiene que haber diferencias de horas. Sin navegación, la gente sólo se queda por volteretas o roturas".
Tampoco le gustaron ciertas actitudes en el vivac que poco tienen que ver con esta prueba tan heroica: "No puedes culpar al 'roadbook' cuando te pierdes, porque esto es rally, no Motocross". Aunque pervive el espíritu dakariano en algunas aventuras como la que tuvo ella con Ross Branch, piloto de Botsuana: "¡Al final nos hicimos amigos! En arena él no sabía navegar, así que me seguía como una lapa. Luego en los ‘fuerapistas’ lisos era más rápido, pero no me pasaba. Fuimos todo el Dakar juntos. Y el último día, que me hice daño en un tobillo al saltar en un río seco, él lo vio y me esperó. Esa sí es la cultura del Dakar".
El décimo. A medio plazo, Laia quiere ser "la primera mujer que acaba la Erzbergrodeo", una carrera de enduro extremo en Austria, y le queda al menos un Dakar en motos, el de 2020. Sería su décima participación y el reto es acabarlo para fijar un récord: "Creo que ningún español ha acabado diez seguidos, aunque Miguel Puertas estuvo cerca". Los coches vendrán después, ese es su objetivo, pero no de cualquier manera: "Ojalá tuviese ya una opción para dar el salto, pero tiene que ser algo competitivo". Sobre dos ruedas es muy consciente de los riesgos: "No me gustaría que alguien muy cercano hiciera el Dakar en moto. Price, Quintanilla... basta con ver cómo caminan los primeros. Toby es una máquina, sólo él podía ganar un Dakar así, con la muñeca fracturada". Y lo dice Laia, que algo sabe de gestas.