Al Attiyah reina, podio de Roma y etapa para Sainz
Tercer 'touareg' para el qatarí y primero para Toyota. El catalán fue segundo por regularidad y Loeb, tercero por velocidad.
Iba en bicicleta, saludaba y se paraba, enseñaba fotos de su móvil y charlaba con quien le preguntase. Por las tardes, Al Attiyah era el afable piloto qatarí que disfruta de su pasión y no lo oculta en el vivac. Por las mañanas fue el temerario piloto qatarí que no entiende una especial sin ir a fondo en cada metro, y no era un secreto que el Dakar de las dunas le beneficiaba. Pero esta vez Nasser se quedó solo, los buggys de Mini no aguantaron el empuje de sus pilotos y el Toyota Hilux V8 fue fiable, al menos en sus manos, así que con medio raid por delante se permitió el lujo de levantar el pie y contemplar el paisaje. Lo tenía tan de cara que pudo fallar a sus principios.
"Alá me ayuda", dijo él, y no se quedó en una duna. Ahora, emocionado, sobre su coche y junto al copiloto Mathieu Baumel, conquista su tercer Dakar y además lo hace con tres marcas distintas: Volkswagen (2011), Mini (2015) y ahora Toyota, que se estrena en la carrera del desierto un año después de estrenarse en Le Mans y de recuperar el Mundial de Rallys en la categoría de fabricantes.
Cuando Nasser miró hacia atrás, después de una última etapa de 112 kilómetros, compleja, sólo quedaba Nani Roma y además estaba lejos. Él y Álex Haro plantearon su participación como una carrera de fondo, una subida al Alpe d'Huez que podrían ganar sin atacar y sin defenderse de los ataques, esperando a que los demás coches y pilotos mostraran flaquezas. Y así fue, de alguna manera, salvo porque Nasser no tuvo ninguna. Nani vuelve al podio, ya son cinco para él y Álex se estrena en él con dos costillas fisuradas en su quinto Dakar, un año después de acabar el rally dando vueltas de campana. Premio a los dakarianos.
Más allá, todavía más atrás, sólo unos pocos supervivientes. Carlos Sainz se despidió de sus opciones en el tercer día, la zanja de Marcona fue la piedra de 2015 o el barranco de 2017, y con todo no se amilanó, mostró pundonor y ganas de ayudar al equipo hasta cuando no había nada que ganar. Defendió su corona junto a Lucas Cruz, se negó a abandonar en la novena etapa con el coche rozando el colapso y llega a Lima en 14ª posición ganando la última etapa, es el premio. No es el final más bonito para una carrera exitosa en el Dakar... quizás eso le oblige a volver y terminar de poner a punto este coche.
Su Mini JCW Buggy mostró buenas prestaciones, Peterhansel ganó dos especiales, pero también demasiados errores de juventud como el desquiciante sistema de inflado y desinflado de las ruedas, lo que debía ser su punto fuerte frente a los todoterreno era en realidad un lastre. 'Monsieur Dakar' abandonó por accidente, le queda un intento con su mujer de copiloto, y Despres nunca pudo acercarse a la cabeza.
La única alternativa al Dakar perfecto de Nasser y a la constancia de Nani fue la velocidad, pura, de Loeb, tercer clasificado final. Llegó de rebote con un Peugeot privado y con la cabeza en Montecarlo y ya va de camino a su estreno con Hyundai, pero entre medias voló, día sí día no, con el viejo 3008DKR y con Daniel Elena. Ganaron más especiales que nadie y frustra a Seb, "porque podía haber estado el primero", pero sufrieron con el 'roadbook', se dejaron minutos valiosos y su coche no aguantó diez días a fondo, así llegaron las averías que le hicieron perder la plata, aunque no el bronce.