"Entreno con Cairoli y le faltan segundos para jugar conmigo"
Jorge Prado, flamante campeón del mundo de MX2, visitó As. "¿Si quería ganar el título en la pista? Lo he ganado con Jonass en la pista".
Cuenta Jorge Prado que "en la parrilla, antes de empezar una carrera, el corazón ya está a 150 pulsaciones por minuto". "Durante la manga mi media es de 198 pulsaciones y la máxima, de 214", asegura. El motocross exige físicamente como ningún deporte de motor sobre dos ruedas, con 40 carreras durante ocho meses en circuitos de todo el mundo. "Gimnasio, bici, correr… y moto, moto, moto", mangas de 35 minutos volando, aterrizando y abriendo gas a fondo en pistas que cambian a cada vuelta con nuevos baches y roderas. Desde arriba, la presión de ser piloto oficial de KTM, que brinda las mejores herramientas pero pide los mejores resultados. Y todo, con sólo 17 años: para muchos implicaría un colapso. Para este joven gallego han sido muchos sacrificios, pero le han llevado a ser campeón del mundo de MX2.
"El año pasado, cuando tenía que descansar estaba estudiando y eso en las carreras lo acusaba", explica en su visita al Diario As. Se refiere a su primera temporada completa en el Mundial de motocross, la terminó séptimo con varias victorias, pero también algunos abandonos: "Las carreras que no terminé el año pasado, por el cansancio y el calor, fueron ocho. Este año he ganado esas ocho". Muchos en el paddock de este campeonato embarrado esperaban que en 2018 el niño Prado cediera bajo 35 grados de temperatura, él lo aprovechó para marcar diferencias.
Su título, el de un pionero (nunca se había ganado un Mundial de motocross a tan alto nivel), se celebró la semana pasada. Pero no el domingo, en las carreras del GP de Italia, sino el jueves recién llegado al circuito de Ímola: su rival y compañero de marca, Pauls Jonass, anunció que se operaba la rodilla y se perdía la cita final: "Cuando me lo dijeron sí era totalmente inesperado, aunque lógicamente el título era posible el domingo. ¿Si prefería ganar en la pista? Yo he ganado el título con Jonass en la pista, simplemente era cuestión de tiempo porque él tenía muy pocas posibilidades". Le interrumpe su padre, Jesús: "Él nunca dijo que no pudiera correr en Ímola por estar lesionado, dijo que decidió operarse asumiendo que no tenía opciones reales de ganar el Mundial".
No se puede explicar el éxito de Prado sin su familia. Su padre le inculcó la afición por la moto desde muy pequeño: "Yo era aficionado, montaba en moto de trial y con los amigos dábamos una vuelta los fines de semana y luego nos tomábamos una cerveza con una tapa de pulpo. Jorge empezó con tres años. Siempre se quería venir los domingos, estábamos en el campo y alguien me gritaba desde una piedra: '¡Papá! ¡Papá!' A lo mejor estaba loco perdido, pero entonces le compramos una moto de 50cc".
¿Y cuándo le picó el motocross? "Con seis y siete años fue campeón de Madrid de trial. Como corríamos los sábados y el domingo había otro campeonato de motos automáticas de motocross, probamos. Y fue el fallo… (risas)". "En mi cabeza estaba el trial, que él lo hacía muy bien, yo lo pasaba genial de mochilero y es menos peligroso", confiesa. Pero ya era tarde, recuerda Jorge: "Fuimos varias veces al circuito de motocross y yo ya empezaba a hacer saltos con la moto de trial, que no es para eso". "¡La rompía!", responde Jesús. Así que cambió de disciplina, y los resultados estaban ahí.
Con diez años gana el Europeo y el Mundial de motocross en 65cc y firma un contrato con Red Bull. Después llega KTM Factory Racing, el equipo oficial de la todopoderosa marca austriaca: "Es algo que no sabía ni que se podía hacer, fichar a un chico tan joven desde un equipo oficial. Ahí piensas que el chaval es bueno, pero en España nunca ha habido nadie con opciones serias. En ese momento decidimos probarlo, pero había que poner toda la carne en el asador estando cerca del equipo". Emigraron también Cristina, madre, y Cecilia, hermana, a Lommel, la sede en Bélgica.
"Había una crisis devastadora en España, mi mujer se quedó sin trabajo, la empresa familiar estaba en bancarrota… pues nos vamos a Bélgica, buscamos un trabajo y damos el paso. Fue una apuesta familiar", justifica. Una apuesta que resultó ganadora. Se formó junto a los mejores pilotos, equipos, mecánicos, técnicos de suspensiones y preparadores físicos. Y este año dio el último paso: tras dejar el colegio cambió su base de operaciones a Italia con el equipo De Carli, también oficial de KTM, y junto a la leyenda italiana de este deporte, Tony Cairoli, el nueve veces campeón del mundo.
Entrena con él… ¿y le mete rueda? "A ver, jugar conmigo no puede porque no tiene segundos suficientes. Quizás me mete uno por vuelta. Depende del día", asegura Jorge, que no oculta su admiración: "Es un ídolo, espero llegar a ser como él". De hecho, junto a él cambió su percepción sobre el futuro en el Supercross norteamericano, que antes era el objetivo y ahora, sólo una opción para valorar más adelante: "No es que quiera acabar allí, aunque sí me gustaría probarlo. Pero en toda mi vida sólo lo he practicado dos meses. Ahora estoy muy bien en el Mundial". El futuro, subir a MXGP: "No estoy listo, quizás dentro de dos años. El más joven allí tiene 24. Me falta experiencia, pero sobre todo físico. La moto te destroza y hace falta mucha fuerza".
Ningún piloto de motocross entrena en asfalto, pero muchos pilotos de MotoGP entrenan en motocross para mejorar la técnica y el físico. Prado es sincero, el nivel no puede compararse: "El motocross no es su deporte, tienen buen nivel como aficionados, pero no son profesionales". Al menos él ha conseguido romper un estigma, el de que cualquier niño con ambiciones profesionales sobre dos ruedas debe inclinarse hacia los circuitos, donde es más fácil ganarse la vida. "Seguro que con este título el motocross español va a crecer y afectará positivamente a los pilotos que vienen. Habrá más interés por competir fuera de España y eso ayudará a que suba el nivel", sentencia. Mientras tanto, él seguirá abriendo camino en el Mundial de motocross.