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MOTOCICLISMO |

Los Nieto reciben el cariño del paddock al llegar a Austria

Gelete y Pablo están de vuelta para desempeñar sus funciones en el Reale Avintia y el Sky VR46 y no paran de recibir condolencias.

Spielberg
Ángel Nieto con sus hijos Pablo y Gelete en el GP de Qatar 2017.
Mela Chércoles

Los hermanos Nieto, Gelete y Pablo, están de vuelta en el paddock mundialista. Faltaron al de Brno, por razones obvias, y han llegado hoy al del Red Bull Ring de Austria para seguir desempeñando sus funciones. El mayor como director deportivo del Reale Avintia de MotoGP y el pequeño como 'team manager' del Sky VR46 de Moto2 y Moto3. Como era de esperar, no caminan solos en su intento de regreso a la normalidad tras la tristísima pérdida de su padre, el maestro Ángel Nieto, y aunque no paran de recibir condolencias a cada paso que dan, se les ve muy enteros, resumiendo lo ocurrido con una frase lapidaria: “Son cosas de la vida”.

Al poco de llegar al circuito se han reunido con Carmelo Ezpeleta, el CEO de Dorna, que estaba por la labor de cerrar el pit lane para ellos, con la idea de que se dieran un paseo por el mismo para que recibieran el pésame de la familia mundialista. Lo han descartado, porque no les molesta atender personalmente a cada persona que les da el pésame y porque no quieren ser más que nadie, ya que no olvidan que este mismo paddock ha llorado muy recientemente la muerte de Nicky Hayden.

El que no está aquí es su hermano pequeño, Hugo, algo normal porque él no era un fijo de los circuitos y sólo venía de vez en cuando acompañando a su padre. “Seguro que mi padre se sentirá muy orgulloso de habernos visto tan unidos a los tres en un momento así y a toda la familia”, asegura un Gelete que no tiene reparos en rememorar lo vivido en el funeral: “Dentro de la tristeza, fue todo muy bonito y a mí me dejó marcado para siempre la que liaron los moteros en Ibiza para honrar a mi padre”.

Ya en Spielberg, el mayor asegura que se temía un reencuentro peor: “Me temía que nos diera la llorera al llegar al circuito, pero la vida sigue y hay que continuar tirando adelante”. No le falta razón, y seguro que el doce más uno también estaría orgulloso de su entereza en un trance tan complicado. Son dignísimos hijos de su querido padre.