Loeb repite y Sainz es segundo con un recital de pilotaje

Es como esos videojuegos en los que puedes elegir jugar con los actuales Clippers contra los Celtics de Larry Bird y compañía. Por ejemplo. Basket ficción. Eso es lo que ayer disfrutamos en el Dakar, un duelo histórico entre dos campeones mundiales de rallys que no tuvieron la oportunidad de competir juntos en el punto álgido de sus carreras en el WRC por razones de edad. Sébastien Loeb contra Carlos Sainz, dos talentos mayúsculos y un cronómetro como juez. Y la maleza, las piedras, la arena, el bache que viene cuando menos te lo esperas. El francés volvió a ganar la etapa, pero el recital XL lo firmó el español, capaz de finalizar segundo a sólo 1:23 del Sébastien pese a tomar la salida 14º.  Esa dificultad añadida, la de tener que adelantar rivales en un recorrido de caminos estrechos y no de fueras de pista, otorgan un mérito especial a Carlos.

Lo que queda claro es que en Peugeot lucen una sonrisa enorme en este inicio de raid. Dos etapas, dos victorias, y lo que es más importante, todos sus pilotos ofreciendo un pilotaje que sólo admite el elogio. Lectura: el remozado del 2008 DKR, del que es gran culpable Sainz, parece dar sus frutos. Hay que ser cautos de todos modos, pero lo sucedido en estas dos etapas supone un aviso a navegantes.

Esos navegantes no son otros que Mini, armada en la que Nasser Al-Attiyah, el vigente campeón, parece ser su principal referente. El qatarí fue tercero a 1:25. Y cambió algo el discurso mantenido durante todo el año 2015, crítico con Peugeot. Decía que la fruta no estaba madura. “Peugeot ha hecho grandes progresos”, dijo sin embargo ayer. En clave Mini, Nani Roma fue 12º (a 6:37), mientras que Mikko Hirvonen acabó quinto y volvió a demostrar su buen debut. Pero los caminos que presuntamente debían marcar diferencias a favor del ALL4 Racing se antojan hasta la fecha cuesta arriba. Y hoy subimos hasta los 3.500 metros. Por si no hubiera bastante. 

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