“El caso Rossi-Márquez condicionará varios años”
Dennis Noyes deja el paddock tras casi cuatro décadas en el Mundial, los últimos años como comentarista de T5: “Quiero acabar lo que empecé hace mucho, una novela”.
—¿Es verdad que desaparece del Mundial? Dígame que es una inocentada que ha adelantado unos días…
—No lo es. Yo tenía esa intención ya hace un par de años y nadie me tomaba en serio… Hice un año más, y uno más, y uno más, pero si me voy a dedicar a otras cosas ya es hora de dejarlo. Llevo desde el 75 en las carreras y 16 años en la tele así que ya es momento de colgar el mono.
—¿Cuáles son esos otros proyectos que le hacen cambiar de aires?
—Estoy escribiendo una novela. Llevo años con ella, pero la verdad es que cada vez que cambio de tema y escribo algo de motos pierdo el hilo de lo que estoy haciendo. Lo que quiero hacer ahora es encerrarme en Borrego Springs (California) con mi esposa y dedicarme a acabar lo que empecé hace muchos años.
—Recientemente ya ha publicado 'Cinta americana', recopilación de sus mejores artículos. ¿También hay motos en esa novela y sobre qué trata?
—Es complicado de explicar. No tiene motos por ningún lado. (Risas). Es de la América profunda, escrito, en parte, en el dialecto de las nucas rojas de mi condado y pueblo de Illinois, que es mi dialecto de verdad en inglés aunque aprendí hablar un inglés ‘de ciudad’. Es un monstruo con un argumento principal que cubre 37 años y cuatro tramas secundarias… y en unos 500 folios hasta ahora sólo se escucha y muy en tercer plano una Harley. No es una historia de motos.
—Si lo tenía tan claro, ¿qué es lo que ha hecho que prolongue su estancia en los circuitos dos o tres años más?
—Llevo tantos años en el Mundial que, cada vez que me pongo a pensar en él, me entra de nuevo pasión y entusiasmo, curiosidad por las nuevas motos y por lo que va a pasar. El Mundial es como una adicción. Es como tomar un trago más y otra vez vas de borrachera. No puedo y no quiero saber nada de los nuevos reglamentos de electrónica, porque si me entero me voy a meter otra vez en esto.
—¿Corre riesgo de que se arrepienta con la temporada 2016 en marcha y vuelva?
—Lo más difícil que tuve que hacer en la vida fue dejar de correr en moto. Esto me costó años hacerlo e incluso una vez jubilado volví a correr dos años después, para una temporada más y acabé ganando el Campeonato de España de resistencia con 43 años. ¡Creo que soy el campeón de España más viejo en la historia de nuestro deporte! Fue en 1986, el último año de Montjuïc, que era lo más difícil de dejar a la hora de retirarse. Creo que sólo dejé de correr en moto porque dejaron de correr en Montjuïc. Fue el año de la muerte de Mingo Parés, un piloto bastante bueno de Barcelona y muy rápido en resistencia. El equipo era mío y nos llamaron a todos los dueños de equipo para preguntarnos si queríamos seguir o no, por la muerte de Mingo. Me acuerdo que nos miramos los unos a los otros y nos preguntamos cómo íbamos a dejar de correr, porque Mingo sería el primero en decirnos que siguiéramos.
—¿Qué sabor de boca le queda de la evolución del Mundial después de más de tres décadas en él?
—Tengo que pensar en el Mundial que vi al principio, la época de las MV-Agusta de Agostini, de Read… Primero, motos de cuatro tiempos pasando a dos tiempos, pasando otra vez a cuatro tiempos, yendo de 500 a 990cc, después a 800 y luego a mil. Ahora mismo estamos viviendo tal vez la mejor época en comparación con el pasado, porque nunca hubo tanto nivel. Hoy hay como diez o doce motos capaces de ganar de carreras en un momento dado en las manos adecuadas, y antes había dos o tres.
—¿Cuáles son las figuras que más le han impresionado?
—Voy a sorprenderle porque los dos que voy a mencionar son Jack Findlay y Jon Ekerold, porque eran pilotos privados que luchaban pilotando ellos mismos sus propias furgonetas para llegar hasta los circuitos, con tiendas pequeñas, montando y desmontando motores, algunas veces con velas o con la luz del coche cuando faltaba la electricidad.
—Hable de ellos.
—Ekerold era el colmo de la independencia… Voluntad de acero y campeón del mundo de 350cc en 1980 con una moto privada y Findlay llegó a poner en apuros a Agostini con una Matchless monocilíndrica de 50 caballos contra una MV-Agusta tetracilíndrica de 90. Lo hizo varias veces y la primera vez que vi una carrera de velocidad fue en 1968, en el GP de España de Montjuïc, donde Findlay le aguantó 17 vueltas como líder a Ago. Estas hazañas me impresionaron mucho porque yo siempre me identifiqué con los pilotos humildes que no tenían medios. En el Mundial parece que los mejores son los que van siempre delante, pero ha habido muchos pilotos buenos que no han llegado a tener oportunidades.
—¿Cuáles son los pilotos que más le impactaron?
—Diría que los dos pilotos que han tenido más impacto en su llegada a la categoría reina han sido, para mí, Kenny Roberts, en 1978, y Marc Márquez, en 2013… Kenny por llevar al asfalto un estilo agresivo y derrapador del Dirt Track, además de ganar en sus tres primeros años, algo que parecía que podría hacer Marc, cuyo impacto destaco por recuperar 35 años después este mismo tipo de pilotaje salvaje y suelto.
—¿Y Rossi?
—Hay pilotos que ganaron más títulos pero que tuvieron menos impacto, como Mick Doohan, pero que tardó varios años en ganar su primer Mundial y Valentino Rossi cuando llegó a la clase reina fue impresionante, pero nada comparable ni con Marc ni con Kenny. Y añadiría algo más en este sentido, lo de Crivillé en 500cc como compañero de equipo de Doohan también fue admirable porque, aunque no fuese privado, estaba arrinconado en el equipo de Mick y sujeto a todo lo que Mick y Burgess le echaron… Desventajas mecánicas en algunas ocasiones y mucha guerra psicológica. No hay manera de saberlo, pero aun sin la lesión de Mick en 1999, Álex parecía en forma para ganarle de tú a tú. Le hubiera hecho sudar. Crivillé no es sólo el primer campeón español de la categoría reina… Es el único campeón español de 500.
—Rescate alguna de las mil anécdotas que vivió.
—(Se ríe). Volviendo otra vez a Ekerold, llegó al Jarama con la clavícula rota y no podía casi ni conducir su coche, pero tenía que cobrar la prima de salida para poder ir a la siguiente carrera, al Ulster, que no era del Mundial, pero cobraban tan poco que tenían que ir a correr a circuitos de mala muerte para ganar dinero entre grandes premios. Así que en el Jarama este surafricano le dijo a su buen amigo irlandés Tomy Herron que se pusiera su mono y clasificara su moto para la carrera. Herron primero clasificó su 350 y después salió con la de su amigo. Yo estaba en su box como cómplice, calladito, y vi como Ekerold le dijo que no le hiciera más de tres vueltas, que bastaba con que le colocara en la última fila para cobrar la prima de salida, pero la moto iba tan bien, hecha por el propio Ekerold, que Herron empezó a hacer vueltas, y vueltas y más vueltas, como 18, y le tenía ya en la segunda fila… Iba a por más, así que el propio Ekerold cogió su pizarra y le puso la palabra ‘stop’, con lo que Ekerold se estaba parando a sí mismo. Esa fue además la última carrera de Herron, porque en la siguiente se mató como tantos otros.
—¿Cómo encajó las víctimas mortales que ha vivido?
—En los últimos años hemos vivido la muerte de dos pilotos muy queridos, Simoncelli y Tomizawa, pero en la época de los monos en blanco y negro era normal que se mataran seis pilotos en una temporada. La primera vez que fui a la Isla de Man no es que perdiéramos seis pilotos en una temporada sino seis pilotos en una sola carrera. Eso fue cuando la Federación Española hizo lo que ninguna otra: prohibir que los pilotos españoles corrieran allí. Fue tras la muerte de Santiago Herrero, que iba directo a por el título.
—En 1970, en la milla 13.
—Eso es. Aunque fue muy criticada esa medida en su momento, fue un acierto.
—¿Cuántos trabajos ha tenido en el Mundial?
—Periodista de 'Motociclismo' y 'Solo Moto' durante varias épocas, en las que también he sido jefe de pruebas, y cuando Dorna se hizo con los derechos del Mundial en 1991 me fichó Carmelo Ezpeleta. En la primera época de Dorna tuve muchos cargos, pero lo que hacíamos era intentar defendernos contra Bernie Ecclestone, porque tenía contratos en todos los circuitos que nos perjudicaban. Creo que fui coordinador de eventos o jefe de promoción. Algo así. Y después fui director del GP de Estados Unidos en Laguna Seca. Y luego empecé a trabajar en la televisión de una manera curiosa.
—Cuente, cuente…
—Dorna tuvo una pelea con Televisión Española acerca del incumplimiento de contrato de RTVE, porque no ponían los podios. No les daba la gana a pesar de lo que ponía en el contrato y entonces Carmelo dijo que nuestro propio equipo haría el gran premio. Así, durante tres grandes premios lo hicimos en Antena 3. Mi trabajo era encontrar un comentarista para acompañar en la retransmisión a Manel Arroyo, que es el jefe de televisión de Dorna ahora mismo, y me decían que no a todo candidato que les proponía, porque ellos ya tenían decidido que debía ser yo quien lo hiciera, pero no me lo decían…
—¿Qué tal fueron los primeros pasos en la tele?
—Me daba un pánico y un miedo tremendo tener que hablar en castellano por televisión. Luego apareció Michael Robinson, pero hasta entonces no había comentaristas que no fueran españoles. El primero lo recuerdo con muchísimo miedo, porque justo antes de la retransmisión se fue Manel cuando estábamos a dos minutos de empezar y no volvía. Estaba solo ante el peligro mientras una voz desde Madrid decía por línea interna: “Ahora empezamos Manel”. Pero él no aparecía y ya habían empezado la cuenta atrás de los diez últimos segundos… No sabía qué iba a decir, probablemente algo así como que Manel se había ido al baño, pero apareció milagrosamente justo a tiempo y yo sigo pensando que lo hizo adrede para curar mi susto, porque me dijo que después de eso no volvería a tener miedo a un micrófono. Así ha sido hasta ayer, hasta Valencia.
—¿Ha sido este Mundial el más apasionante y polémico que ha presenciado?
—Ha sido el Mundial con más amargura al final que he vivido. Hasta Malaisia, probablemente, estaba siendo el mejor Mundial que había visto, pero ocurrieron las cosas que ocurrieron y creo que son cosas de las que no se puede hablar todavía mucho, porque hay tanta pasión en el aire… Este Mundial ha sido como la radioactividad y tal vez dentro de unos meses o unos años podremos hablar de él con tranquilidad, porque ahora mismo todo el mundo ve las cosas como quiere verlas. Los marquistas lo ven desde el punto de vista de Marc y las legiones de seguidores de Rossi están indignadas de por vida. Ha sido un triste final, porque no vimos en Valencia la carrera que todo el mundo quería ver, que era la carrera entre Lorenzo y Rossi.
—¿2016 estará condicionado por el caso Rossi-Márquez?
—Sí, y 2017 y 2018. Varios años. Mientras Rossi siga no se olvidará esto. Cuando se piense en la temporada 2015 se pensara más en Rossi y Márquez que en el merecido campeón, Lorenzo, que de hecho ha sido el mejor piloto este año de calle, con siete carreras ganadas sin dejar que nadie le superara ni una sola vuelta. La polémica ha hecho sobre el título de Jorge.
—¿Verá el próximo curso?
—Lo haré durante la negra noche de Borrego Springs, con los coyotes aullando fuera y por la televisión de Dorna en mi portátil.
—¿Sabe que le echaremos de menos?
—Bueno, estaremos en contacto y no le sorprenda que le mande un correo de vez en cuando durante las carreras, con cosas que me acuerde y que le puedan ser útiles. Han sido cuatro buenos años trabajando juntos y usted y yo hicimos una carrera extra, misteriosa y secreta que nadie sabe.
—La de la prueba para Telecinco… No piense que voy a terminar sin preguntarle por la última hora de su hijo Kenny. ¿Cómo está?
—Ahora mismo está muy bien. Va a tener una intervención quirúrgica esta semana, porque ya está recuperado de las lesiones importantes y será para corregir algunos problemas de pómulos, nariz y cosas así.
—Lo que viene siendo chapa y pintura, porque el motor ya está a tope.
—(Risas). Se lo diré. Un fuerte abrazo para todos.