Rallys
Citroën DS3 WRC, el último vehículo de una gran saga
AS se puso a los mandos del DS3, coche con el que Sebastien Loeb logró sus últimos títulos y con el que Dani Sordo se impuso en Alemania el pasado año.
Su aspecto de inofensivo utilitario engaña. El Citroën DS3 WRC es uno de los vehículos más competitivos de los rallys. El último de una saga campeona, que le dio a Sebastien Loeb sus últimos títulos y triunfos, además de a Dani Sordo su victoria en el Rally de Alemania el pasado año. Un arma que AS ha podido probar en un tramo de tierra en la localidad francesa de Clermont Ferrand.
Tras conducir la versión R5, llegaba el turno del World Rally Car. Y, sorprendentemente, todo resultó más fácil… aunque las cosas sucedían a mayor velocidad. Tras engranar primera y pisar con fuerza el acelerador para comenzar a andar, una primera pasada de acoplamiento ya permite ver que nos encontramos con un coche realmente fácil de conducir. La dirección nos lleva por donde se le indica, los frenos lo paran en pocos metros y las suspensiones absorben el bache o rodera más profunda como si se tratara de asfalto en perfecto estado.
La cosa comienza a calentarse según van transcurriendo los kilómetros y uno va cogiendo más confianza con el vehículo. La pequeña recta que antes se hacía en cuarta, ahora se pasa a hacer en quinta. Pero como todo se hace fácil y el coche hace lo que se le solicita, a pesar de que los más de 300 CV fluyen con energía, no se llega a pasar muchos apuros. Incluso uno llega a creerse piloto, derrapando sin contemplaciones o engranando marchas al entrar la zona roja del cuentavueltas.
Al terminar, todo un campeón como es Markku Alen, coincide con estas apreciaciones: “Me gustaban más los coches del pasado, que exigían más al piloto. Los de ahora resultan muy fáciles de conducir. Eso sí, posiblemente sea más difícil llevar al límite uno de éstos”. Y, desde luego, Kris Meeke, el piloto de punta del equipo Citroën este año, así lo demuestra. Con él al volante las cosas suceden a otra velocidad. A un ritmo que casi ni permite asimilar todo lo que ocurre entre cada curva, bache o salto… a pesar de que el piloto y el coche parecen hacerlo todo con enorme facilidad.