GP de Canadá
El gran premio convierte la ciudad de Montreal en una fiesta
La ciudad se envuelve en el gran ambiente de la glamurosa Fórmula 1 con la llegada de más de medio millón de aficionados procedentes de toda América.
Era la calle desierta. O casi. Porque a las siete de la mañana, en la avenida Rene Levesque, una de las mayores de Montreal, ella caminaba o lo intentaba con una gorra de Fernando Alonso, tacones de diez centímetros y un vestido de esos que compitieron en el concurso de diseños con menos tela de los años 90. Apenas se la entendía, pero gritaba Alonsooo, Alonsooo. No, no era asturiana, ni siquiera española, pero ayer se encontró en los conciertos de la calle Crescent con unos italianos que le regalaron la gorra. Y se le quedó la cantinela, al menos hasta que duerma un par de días enteros...
Marie es la imagen de la noche que fue en Montreal. La noche anterior a la carrera del GP de Canadá, el evento atrae a la ciudad casi medio millón de personas de toda América. Estos días se puede uno encontrar con estadounidenses, mexicanos y, por supuesto, canadienses de otras ciudades como Ottawa o Toronto. La ciudad se llena de conciertos, de teatro callejero, de puestos en los que se venden camisetas, gorras, de azafatas que te ofrecen participar en mil juegos, de cerveza que corre sin control... hasta que llega el día y aparece el desierto.
La esquina de Crescent con St. Catherine es el universo principal de la fiesta de la Fórmula 1, aquí podemos ver coches de carreras como el Lotus de Kimi Raikkonen en el que se montan y se imaginan en la isla de Nôtre-Dame luchando contra los muros. En el circuito, famosos varios, actores, modelos...
El sábado la noche era muy diferente de la de hace un año. Para entrar en la calle de la diversión sólo había un par de operarios con chalecos amarillos reflectantes, nada que ver con las decenas de antidisturbios que la pasada temporada intentaban contener a los estudiantes que pedían control en la subida de las tasas universitarias. Parece que les ha prometido que no van a subirlas el 30% que les habían dicho y se han tranquilizado. De momento. Sí, el 30%, nada más. Esto es Canadá.
Aún se puede ver a alguno que otro con el cuadrado rojo símbolo de su lucha en la que metieron a la F-1 como metáfora del gasto desmedido en tiempos de crisis. O algo así, porque este país rico en mil recursos naturales no vive ni mucho menos lo que sucede en España. España, palabra mágica en Montreal. Por la calle se suceden imágenes de nuestros héroes, Alonso con unas gafas, Iniesta con una camiseta, Nadal con unas zapatillas... aquí donde la noche es día ellos siguen recordando que existe la esperanza.