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Motociclismo

Charo García: "Una mujer sí puede ganar en el Mundial"

Treinta y cuatro años antes de que María Herrera se convirtiera en la primera mujer en ganar en el CEV, Charo García de la Barga ya hizo lo propio en el GP de Otoño en el Jarama.

Charo ya no tiene moto, pero cada vez que se acerca a una se le dispara la sonrisa.
Héctor Martínez

Hay algunas cosas en que las mujeres somos más finas, quizá tenemos más delicadeza para lograr mayor rendimiento del motor, no sacarle de vueltas. La diferencia entre hombre y mujer suele ser la fuerza física, pero en una moto, si te pones en forma, no supone un hándicap insuperable. ¿Que si una mujer podrá ganar una carrera del Mundial? Creo que sí. Lo importante es el talento y parece que María Herrera lo tiene". Lo dice ella, Charo García de la Barga, apoyada en una motaza como aquellas con las que fue feliz en los circuitos. Herrera hizo historia el domingo al ser la primera mujer en ganar en el CEV y su gesta nos lleva a la que protagonizó Charo hace 34 años en el Jarama. A lomos de aquella Bultaco Metralla...

Aquel domingo 7 de octubre, la madrileña sorprendió a todos al ganar el GP de Otoño, el campeonato nacional júnior. Es obligado saber cómo lo encajaron los chicos. "Todos me felicitaron, nadie tuvo un mal gesto. No existía rechazo porque una chica las hubiera ganado. Éramos amigos más que rivales", comenta Charo, que ya no tiene moto. Cuesta creerlo, más aún cuando recuerda con tanto cariño las que pasaron por su vida, desde la Peugeot de 49cc ("Se la compró mi padre a mi madre cuando yo tenía 12 años. Y a ella no le gustó la idea, la aparcó en casa y mi padre me dijo '¿si te la pinto de rojo la usas?'. '¡Pues claro!', le dije"), la Kawasaki 400, la Guzzi 700 ("mi querida 'Cafetera") o la Yamaha YZF. Pero fue con la Bultaco con la que ganó en el Jarama e hizo historia. Aunque sin podio. "Me dieron una copa, eso sí, todos los amigos me subieron a un bordillo y allí lo celebré. Modesto, pero inolvidable", dice García de la Barga, que llegó a superar a Sito Pons y compitió con otros pilotos de letra dorada como Aspar o Nieto: "En Calafat, la moto de Jorge andaba menos que la mía, entonces yo le pasaba en las rectas y él a mí en las curvas. Y así fuimos toda la carrera. Con Ángel corrí en Benidorm, recuerdo que al doblarme se levantó el casco y me dijo 'Charo, no nos vamos a hacer daño, eh!' Aquel trazado era muy peligroso".

Ellos forman parte de su vida como piloto, que arrancó haciendo trial en sus veranos en el Pantano de San Juan, siguió con las subidas (como la que ganó en Los Molinos), la velocidad o la resistencia, con su inseparable Prisca Vázquez como compañera. Y en la que aprendió "especialmente gracias a Andrés Pérez Rubio".

Todos ellos alimentaron una emoción por la moto que ahora refresca cuando ve en la tele a quienes ganan trofeos para el motociclismo español: "Me gustaba Crivillé, ahora Lorenzo, Pedrosa y sobre todo Márquez. Tiene finura y agresividad, las dos cosas en perfecto equilibrio. Es un chaval impresionante, la bomba". Como lo es María Herrera, una chica que reta a los chicos como en su día lo hizo la propia Charo en el Jarama. Dos coletas que asoman bajo el casco a mil por hora.