Fórmula 1 | GP de SINGAPUR

Cinco de la madrugada, es hora de irse a la cama

En Singapur, los pilotos viven y se entrenan por la noche

Las luces del Marina Bay Sands, el hotel con forma de menhir prehistórico con una piscina en el cielo que reina sobre Singapur, ya se han apagado, pero la lengua brillante del circuito permanece, como hará toda la noche. Son las cuatro de la madrugada y el universo de la F-1 va abandonando el circuito con dirección a sus hoteles. O a cenar en uno de los pocos sitios abiertos a esa hora: el restaurante del hotel Conrad es uno de ellos, su hamburguesa Oscar's es un clásico en la madrugada.

Allí, Jenson Button se entrena en el gimnasio antes de irse a dormir a las cinco. En el Park Royal, Paul di Resta abandona la piscina junto a su entrenador después de unos largos y una hora de pesas y carrera. Fernando Alonso hace lo mismo en un hotel cercano. Madrugada en Singapur cuando cae la noche en Europa.

Este gran premio de horario español en Asia es el único de todo el calendario en el que los pilotos se entrenan físicamente también durante los días de la prueba. Normalmente, la actividad física acaba para ellos el día antes de llegar al lugar donde se va a celebrar la carrera. Aquí no. "En esta cita se dan dos particularidades que la hacen especial desde el punto de vista físico. La primera es el horario, hay que mantener la vida a las mismas horas que en España pero en Asia; es decir, hay que hacer de noche lo que se hace de día y eso, aunque puede parecer fácil, es complicado porque el cuerpo es sabio y te indica todo lo contrario, sin luz hay que descansar. La segunda es el calor y la humedad", explica Edo Bendinelli, fisioterapeuta y amigo de Alonso.

Éste es el gran premio más intenso y exigente con el cuerpo y la mente de los pilotos, si en una carrera normal pueden perder un kilo y medio o dos como mucho, aquí puede llegar hasta cinco y cuando terminan tienen fiebre. Fernando lo contaba ayer: "Es muy duro, aquí se exige mucho a los coches y a los pilotos, después de los libres medimos mi temperatura corporal y tenía más de cuarenta de fiebre".

Pero al fin, después de la carrera llega el descanso. Obligatorio. "No hay buen entrenamiento sin descanso y cuando concluye este gran premio el lunes hay que descansar mucho, lo que pida el cuerpo porque esta carrera es como hacer un triatlón, muy dura", argumenta Edo.

Y lo seguirá siendo, porque la organización ha renovado su contrato hasta 2017. No es de extrañar, en los cinco años que lleva el gran premio los turistas que han visitado esta ciudad-estado se han dejado más de 400 millones de euros, aquí las entradas de 120 a 3.500 euros se han vendido hace ya meses.

Así que el año que viene volveremos a vivir de noche, despertar a la una, desayunar a las dos, comer a las ocho de la tarde y cenar a las tres de la madrugada para ir a la cama a las cinco. O eso, al menos, harán los pilotos...

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