Un brasileño reforma su casa a base de alquilar la terraza

Es una escalera de caracol de metal, un hueco para los gatos que descubre un mundo difícil de imaginar en cualquier otra parte del mundo. La casa está en la Avenida Interlagos 5813 donde Gilmar Santana vive con su familia y arriba, en la terraza, muchas noches sueña con ver a Ayrton Senna rodando por el circuito, incluso a veces escucha el motor de su McLaren. Sueños... La verdad sucede cada año cuando se disputa el GP de Brasil. Entonces, este comerciante de 39 años alquila la parte superior a la que se accede por esa minúscula escalera y allí, de repente, parece que estemos en un bar del Mediterráneo, pero en vez de playa, enfrente están cuatro curvas y una recta de Interlagos.

Cobra 30 reales los sábados y 100 el día de carrera, unos 12 y 40 euros al cambio. Y cada año con lo que gana reforma una parte de su casa. El pasado, con las gradas del trazado repletas, hubo más de cien personas en la terraza y pudo comprar un par de pantallas planas para su salón, otras temporadas cambió el baño o la habitación... En esta ocasión intuye menos dinero. "Creo que me dará para comprar un sofá nuevo. Esto no es mi negocio, pero me divierto mucho cada año y gano algo. El día de carrera, con los 100 reales todos tienen derecho también a beber lo que quieran y a comer en la parrilla, es una gran fiesta", explica entusiasmado mientras ajusta una de las decenas de banderas brasileñas que decoran el lugar.

Su esposa, mientras, asiste callada a la conversación con las manos entre pinchos de pollo con pimientos, y sus hijos preparan las mesas y las sillas de una conocida marca de cervezas paulista. En su casa tiene cientos de coches en miniatura, uno de ellos con el que Alonso ganó su primer título. "Me gustaría que esta carrera la ganase 'Rubinho' por si es la última, aunque no creo. ¿Pero sabe qué? Lo que más me gustaría es que Alonso fuera brasileño, es el más parecido a Ayrton". Y vuelve la vista hacia el circuito donde imagina a Senna volando entre las curvas...