Fórmula 1 | GP de Corea

La décima de Vettel

El ya bicampeón consigue una nueva victoria este año y Red Bull conquista el título de Constructores. Alonso no pudo llegar más allá del quinto, mientras que Alguersuari firmó un fantástico séptimo lugar

En la prematura noche de Corea del Sur sólo centelleaban como luces en la oscuridad las letras doradas de las camisetas de Red Bull. Campeones. Otra vez. Por segundo gran premio consecutivo. Periplo asiático de oro para los chicos de la energía. Segundo titulo de pilotos para Sebastian Vettel en Japón. Segundo título de Constructores para la escudería en Corea. Viaje al centro del éxito. Christian Horner atendía a todo aquél que le preguntaba con una sonrisa que pinta perenne desde hace un par de años. Y decía que su piloto estrella es el mejor, al que le deben tanto, el que les ha dado cuatro campeonatos en dos años. Sebastian Vettel se ha convertido en el nuevo referente, en el piloto al que todos miran, incluso de los que hace no demasiado lo hacían por encima del hombro. No sólo se ha ganado el respeto de los que mandan, ha pasado a ser el que manda.

Ayer, en el espectacular e infrautilizado circuito de Yeongam en la ciudad surcoreana de Mokpo, logró su décima victoria del año y descubrió que ganar no relaja, invita a seguir ganando, exige seguir ganando. Y en eso está. Con tranquilidad, sin más estridencias que esos gritos que se permite al cruzar la meta hablando con su equipo cuando ya ha pasado antes que nadie. El resto es suave. Como el adelantamiento que le hizo a Lewis Hamilton en las primeras curvas. Sin batalla. Vettel es como ése al que le insultan y tranquiliza al de enfrente hasta que al final recibe un abrazo. No pelea, no le hace falta. Con su Red Bull ha conseguido una simbiosis perfecta que le permite pasar por donde antes le estaba vetado. Por ejemplo, por delante de Hamilton. El inglés se vio engañado por un truco de magia donde no se lo esperaba y ahí acabó la carrera. Igual que acabó el campeonato cuando el primer Red Bull dejó a un segundo al resto en los primeros libres del año en Australia.

Después del adelantamiento al británico, todo fue pasear título y talento desde la primera posición, sólo arrebatada durante un espejismo de vueltas sin parar de Fernando Alonso, en la 35 y 36. Cuando regresaron todos de boxes, el joven bicampeón continuó rodando hacia el triunfo como si no supiera hacer otra cosa en su vida. Hasta terminar con más de doce segundos sobre el McLaren de Hamilton. Y una última vuelta rápida para ponerla de adorno en la tele de casa. En total calma, en la paz del vencedor, sin ver ni de reojo guerras que por detrás amenazaban con incendiar el asfalto.

Ahí estaban Hamilton y Webber. El australiano dejó claro que merece dejar su puesto a algún otro, por ejemplo un español que fue séptimo ayer con el Toro Rosso. Y es que mientras Mark era incapaz de pasara a Lewis con un coche mejor, y cada vez que lo lograba era inmediatamente sobrepasado por el inglés, Jaime Alguersuari llevaba su cochecito de nuevo hasta los puntos adelantando al Mercedes de Rosberg en la última vuelta. Por detrás de Massa, sólo por detrás de los tres equipos grandes. Una hazaña al alcance de pocos. Ahora Marko le dirá que tiene que ganar. ¿Qué le dirá a Webber? Probablemente nada, porque ha encontrado en el antaño díscolo piloto a un veterano que acepta con abrazos y risas ser segundo.

Y Alonso, quinto, luchando contra gigantes con su caballo de madera. Primera parte de carrera gris, segunda genial. Vuelta rápida a vuelta rápida sin control. Hasta ver los temblores de Button ante su llegada. Sigue tercero en el Mundial, a diez puntos de Jenson. Sobra talento, lucha, garra, coraje. Faltaron vueltas, velocidad, metros y asfalto para otro milagro.

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