Fórmula 1 | GP de Singapur

Vettel se acerca al título a golpe de pole

El alemán suma ya once de catorce posibles y vuelve a ser el gran favorito a la victoria en la carrera que podría provocar su coronación. Alonso intentará aplazarla terminando en el podio, aunque ayer se jugó la vida para clasificarse quinto.

reuters

Da la sensación de que, minutos antes de que Sebastian Vettel salga a la pista, unos operarios de los cientos de indios, filipinos o yemeníes que trabajan en Singapur, ponen unos raíles invisibles para que el alemán vuele con su Red Bull por la pista. Después aparece Fernando Alonso y los operarios se visten el traje de demonio para echar aceite en el asfalto y obligar al español a jugarse la vida en cada curva, derrapar como si estuviera en el Rally Príncipe de Asturias y acariciar los muros en una especie de juego con la muerte. Ésa es la sensación que queda tras ver a los pilotos a escasos metros, junto a la pista, en la noche de luz de Singapur, donde las estrellas desaparecen del cielo para ponerse el mono de piloto y bailar con el asfalto en este impresionante circuito.

Así las cosas, lo cierto es que Vettel logró su undécima pole de catorce posibles en la temporada, el 78,6 por ciento del total, la número 26 en su carrera para igualar a Mika Hakkinen, otro bicampeón. ¿Otro? Sí, otro. Porque al alemán sólo le falta la confirmación de las matemáticas, pero todos le reconocen como compañero de Ascari, Clark, Hill, Fittipaldi, Hakkinen y Alonso en ese lugar de la estadística donde viven los que han logrado dos títulos. Huele a campeón. Se siente campeón. Bicampeón. Porque es el más fuerte. Y sí, porque tiene el mejor coche. Con diferencia. En ambos casos a día de hoy. El muchacho germano se pasea con el Red Bull mientras el mejor Alonso que hemos conocido se pelea con una leyenda de mentira para terminar quinto. A casi medio segundo de Vettel, a apenas una décima de Webber, segundo, a siete centésimas de Button, tercero, y a 6,5 de Hamilton, cuarto. Diferencia escasa entre los primeros. Diferencia grande entre los coches. Felipe Massa, subcampeón del mundo en 2008 en la última curva frente al talentoso Lewis, se quedó a un segundo de su compañero de equipo. Datos.

Pero así son las cosas y esto es lo que sucede cuando se arriesga poco fuera de la pista y se vota al partido conservador. Es decir, cuando pudiendo ir a Red Bull, nos quedamos en Ferrari. Opción segura, pero ahora poco rentable. Porque algo es evidente: éste no es el Ferrari que la afición española esperaba. Y Alonso tampoco. Aunque pasee por el paddock su felicidad roja. Ahora el reto es devolver la grandeza perdida y el tiempo apunta ya a 2012.

Sin evoluciones, con un coche peor, al asturiano sólo le queda intentar milagros. A veces suceden, otras no. Hoy quiere el podio, la única manera de retrasar lo inevitable. Porque sólo con su Ferrari entre los tres primeros o con Webber o Button segundos, Vettel no sería ya hoy bicampeón si gana la carrera. La lógica dicta que el de Red Bull ganará, con un McLaren segundo y Webber, tercero. La lógica...

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