Fórmula 1 | La intrahistoria

Descenso en los Dolomitas con Alonso

Habían preparado un picnic, con mantas y todo, organización perfecta, polenta por todas partes, queso que no falte y las nubes dentro del pequeño valle a más de 2.600 metros de altura. Comida rápida, postres lentos... y aventura en los Dolomitas. ¿El descenso es difícil? 'Uff, complicadísimo, muy duro eh...' Tiene tela un asturiano vacilando a uno de Madrid, le digo a Fernando Alonso. El doble campeón del mundo se cambia de bici, su Ferrari habitual de los circuitos se queda en la hierba y coge una como la de todos, una Merida de casi 2.000 euros.

Uno coge confianza con este aparato de frenos de disco y amortiguadores como los de mi Suzuki DR Big de la adolescencia. Tiempos... Venga, vamos allá, grita el piloto. Y allá vamos, primer descenso, comienzo con los primeros y poco a poco las curvas son más y más cerradas, las piedras aparecen en el camino como obstáculos insalvables y el barranco es más pronunciado, abajo el pueblo de Madonna di Campiglio, bello, pero mejor no mirar. A los tres kilómetros veo a Alonso parado, con su mejor amigo, saluda con la mano.

Cien metros después me pasa como un loco camino de otros, ejem..., rivales. Parece que no acaba nunca. Al lado está la pista Schumacher, negra en el esquí, imposible en mountain bike. Y al fin llegada. No exageraba el asturiano. ¿Qué tal?, pregunta. Bien, bien, dice mi voz mientras mi corazón desmiente las palabras. Después otra bajada y a la tercera llegamos a la cascada de Vallesinella, paisaje de sueño, alma tranquila...

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