Fórmula 1 | Actualidad

Canadá 07 pudo acabar en tragedia

Kubica sufrió un terrible accidente que hizo temer lo peor, aunque poco después abandonó por su propio pie el hospital de Montreal.

Parecía un milagro. Tanto, que hasta el Vaticano anunció que investigaría si el Papa Juan Pablo II, entonces en proceso de beatificación, había tenido algo que ver con aquello. Lo cierto es que resultó incomprensible que Robert Kubica abandonara por su propio pie el hospital poco después de su gravísimo accidente en el GP de Canadá de 2007...

Fue en la vuelta 27 de carrera, cuando su BMW Sauber tocó ligeramente al monoplaza de Jarno Trulli. El coche salió despedido, sin control y, tras atravesar la pista de lado a lado, impactó violentamente contra las protecciones. Fue un choque brutal a casi 280 km/h y soportando una fuerza de 75 G; el monocasco quedó destrozado y el accidente hizo contener la respiración a cuantos lo presenciaron. Se llegó a temer lo peor. Sin embargo, en el hospital se comprobó que el polaco tan sólo había sufrido una ligera conmoción, una fractura en el tobillo y magulladuras por todo el cuerpo. La Iglesia pensó que el nombre del Papa serigrafiado en el casco de su compatriota pudo tener un efecto milagroso. Muchos otros apostaron por la resistencia de los modernos monoplazas y la existencia del HANS (el collarín protector del cuello) como los responsables de que siguiera con vida...

Y es que Robert es un tipo duro. Incluso su padre llegó a definirle de ese modo tras el accidente de Canadá. "Es un piloto de carreras, no un playboy", aseguró para recordar que su hijo es una de esas figuras del deporte hechas a sí mismas, a golpe de talento, trabajo y sacrificio.

Al margen del incidente que quedó en la memoria colectiva de la Fórmula 1, Kubica ya sabía antes de ayer lo que era perder el control de un coche de rallys. Es una apasionado de esta disciplina y siempre ha mostrado interés por ella, más allá de la de un simple aficionado. Y en sus pinitos en los tramos ya tuvo un accidente a finales de 2009.

Fue en una prueba que se disputó en Sicilia a mediados de noviembre, que ya corrió con un Renault, la marca a la que se incorporaría durante la pasada temporada 2010 tras abandonar BMW los grandes premios. De modo similar a lo que le ocurrió ayer, aunque con una gravedad mucho menor, su Clio R3 acabó empotrado contra un muro y se vio obligado a la retirada.

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