Fórmula 1 | Cisma en los Grandes Premios

Todas las claves del conflicto

El detonante. La FIA aprovechó el Consejo Mundial de abril, en el que se revisó la causa de McLaren, para aprobar sin la presencia de Ferrari y en contra de la opinión de los equipos un tope presupuestario de 45 millones de euros para 2010, que obliga a los grandes a despedir a media plantilla.

La reacción. La FOTA (Formula One Teams Association) se opone por completo e insta a la FIA a asumir las medidas de control de costes que los equipos aprobaron en diciembre y que incluían motores a cinco millones de euros para clientes. Y a olvidarse de la propuesta del motor único. Ven como una locura también el doble reglamento.

Ecclestone no cede. Por si fuera poco, la negociación de la renovación del Pacto de la Concordia se encalla. Este acuerdo, que regula el reparto de los ingresos por derechos comerciales entre el patrón de la F-1 y los equipos, le otorga el 75% de los beneficios a Bernie.

Los equipos quieren más. Bernie tiene una teoría: que las escuderías reduzcan los gastos al mínimo para darles menos y él llevarse lo mismo. Desde los Consejos de Administración de las marcas se promueve entonces el campeonato paralelo para llevarse todo el pastel.

Jaque a Mosley. En la primera lista de inscritos de hace ocho días, Max mete por la fuerza a Ferrari, Red Bull y Toro Rosso. La respuesta es un brutal comunicado de la ACEA (Asociación de Constructores europeos), presidida por Carlos Ghosn, en la que censura a Mosley y su gestión y pide que el Consejo Mundial se ponga de su lado.

Rebelión. Los equipos consiguen un tope de cien millones, pero el empeño de Mosley en firmar el perjudicial Pacto de la Concordia de 1998 lo rompe todo.

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