Alonso se escapa de McLaren y Ferrari

Lo sencillo a veces es lo más efectivo. Es algo intrínseco al espectáculo de la Fórmula 1. Para muchos es un misterio que, en plena crisis, 31.500 espectadores empleen un día laborable de sus vidas en ver tres horas pasar coches a toda velocidad. Es algo difícil de explicar si no se ha presenciado alguna vez en directo. El ruido es desbordante, los coches pasan a cámara rápida e, incluso en jornadas de pruebas libres de tres horas como la de ayer, a veces hay pequeñas batallas que levantan al público de sus asientos.

Esto es lo que pasó al final de la segunda sesión. Alonso, que iba como un cohete, se encontró con Hamilton en su vuelta buena. El inglés le frenó, pero Fernando le siguió durante una vuelta para deleite de la grada y pudo ver sus problemas con el monoplaza. Si no llega a estorbarle, el ovetense habría marcado el mejor tiempo del día. Y con 25 kilos en el depósito. Porque, con las ruedas blandas ya algo desgastadas, marcó su mejor tiempo de la jornada justo después, 1:21.781. Y volvió a rodar casi en ese mismo ritmo, 1:21.881, dos vueltas más tarde. Fue una tanda de siete en la que brilló por su constancia y regularidad en carrera.

Pinta bien, y, a pie de pista, al asturiano no se le notaban los problemas de pilotaje de sus rivales de McLaren, y también de los Ferrari, que impresionaron menos de lo esperado, aunque Raikkonen, décimo en la segunda sesión, insiste en que van bien. Lo cierto es que, o llevaban noventa kilos, o las coladas de sus pilotos eran ciertas. Así las cosas, la ausencia del KERS, otro triunfo de la sencillez, ha vuelto a ser mano de santo con el Renault y sólo a los hiperestables Red Bull, con cuarenta kilos (y por tanto tres décimas más veloces a igualdad de peso), y los Brawn se les intuye con cierta claridad delante del campeón español.