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Motociclismo | 8 horas de Oschersleben

Schumacher aprende a sufrir encima de una moto

El alemán lo pasó mal en su primera participación en el Mundial de resistencia, pero demostró sus avances al recuperar cuatro posiciones en su turno. Hoy volverá a competir en el campeonato alemán de Superbikes

<b>MEJORAS CLARAS. </b>Schumacher demostró ayer sus avances en el pilotaje sobre dos ruedas y seguirá compitiendo para demostrar que es rápido también en moto.

Fue el debut de Schumacher en un Mundial de motociclismo. El trazado de Oschersleben (Alemania) acogió sus '8 horas' y él compitió en el equipo Holzhauer. No fue una carrera afortunada. A los treinta minutos, su moto había pasado seis veces por boxes. Cuando se subió Schumi, llevaban más de la mitad de la prueba y 21 detenciones debido a los graves problemas de la Honda CBR 1000RR que les hicieron finalmente abandonar. Salió en el puesto 50 y se la dejó a Von Hammerstein en el 46. Fue su primer contacto con una prueba internacional de dos ruedas. No disfrutó porque él sólo lo hace ganando, pero ya sabe competir y aprende rápido.

La historia de Schumacher es de esas que hacen creer en las casualidades. Demuestra que un suceso inesperado puede cambiar el futuro de una competición como la F-1. Bertrand Gachot, piloto de Jordan, disfrutaba de sus vacaciones en Londres una semana antes del GP de Bélgica 1991. Gachot tuvo un accidente con un taxista, al cual agredió con un gas paralizante, y acabó en la cárcel.

Willi Weber, representante de Schumi, se enteró de la noticia y llamó a Eddie Jordan. Pretendía subir directamente a su protegido. Ochocientos dólares (530 euros) en llamadas convencieron al irlandés para hacerle un test. "¿Ha corrido alguna vez en Spa?", preguntó Jordan. "Uff, como cien veces", respondió Weber. Silverstone fue el lugar elegido, cuatro días antes de la cita belga. Michael fue avisado de que el coche no tenía piezas de repuesto y que, si superaba el test, sería el de la carrera. Tres vueltas después batió el récord del circuito.

Al día siguiente, al volante de su Mercedes 230 Coupé, Schumi llegó a Spa. El alemán se presentó delante de Jordan y le reconoció que jamás había corrido allí. Andrea de Cesaris, el otro piloto, fue obligado a pasear a Michael en un coche alquilado para enseñarle el trazado. El italiano, enfadado, le daba largas. Éste fue a su coche, sacó una bici plegable y dio dos vueltas al viejo Spa. Mientras, su mánager recibía un ultimátum. O firmaba un contrato por ese año y tres más o no correría. Una maniobra de despiste retrasaba la rúbrica del contrato hasta el lunes... lo que no sucedió nunca.

Michael ridiculizó a su compañero sacándole ocho décimas y logró la séptima plaza en parrilla. Esa noche cenó en una pizzería sin que ni un sólo comensal reparara en su presencia. Nadie sabía quién era. En la carrera duró 25 segundos. Su embrague se rompió, pero dio igual. Antes de que se dieran cuenta, el joven de 22 años y su mánager se habían marchado rumbo a firmar un contrato con Benetton.

A partir de ahí, se convirtió en la mayor estrella de la F-1. Mira muy de lejos a sus perseguidores en victorias y títulos mundiales. Pero para él no es suficiente. Tras participar en la Carrera de Campeones, ganando el título para Alemania junto a Vettel, y participar en múltiples partidos de fútbol, una de sus grandes aficiones, le picó la curiosidad de las dos ruedas.

Primero probó la Ducati GP7. Parecía simple márketing, pero el Kaiser hace todo con un pensamiento final. Tras participar en dos citas del campeonato alemán de Superbikes (hoy correrá la tercera), decidió ir a más. Ayer debutó en un Mundial. Quién sabe hasta dónde llegará este prolífico alemán de 39 años. MotoGP parece utópico, pero no hay que olvidar que estamos hablando de Schumacher.