NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Automovilismo | Tom Kristensen

El rey de Le Mans ya tenía gasolina debajo de la cuna

El danés, que logró su octavo triunfo en las 24 Horas, vivió su infancia en una casa sobre un garaje de Shell

Nació hace cuarenta años (7 de julio de 1967) y, en su caso, decir que la gasolina corría por sus venas desde la cuna es casi real. El carburante no atravesaba su cuerpo, pero sí compartía espacio con las tuberías de gas y agua que daban a su casa las necesidades básicas. Bajo la vivienda de sus padres, Carl Erik y Kirsten, situada en Hobro, una pequeña localidad danesa entre Aalborg y Aarhus, existía un garaje de Shell propiedad de su padre. Su progenitor era mecánico y el citado taller, además de servir para el sustento familiar, enganchó al pequeño Tom, que disfrutaba con los vehículos que pasaban para ser reparados.

El comienzo.

Aunque los ingresos familiares provenían del garaje, a su padre le dio tiempo de ser campeón de Dinamarca en varias especialidades sin llegar a ser profesional. Cuando Tom tenía nueve años, Carl Erik lo llevó al cercano kárting de Mou como premio... o quizá para ver sus aptitudes. Tom lo bordó y recibió otro regalo. Un kart con el que hizo estragos entre las parcelas de sus vecinos, además de sembrar el pánico por ser atropellados.

Durante años, pasó más tiempo en el pequeño kárting que haciendo cualquier otra cosa. Hasta tal punto, que el dueño, Allan Husted y su esposa Lisa, lo acogieron un verano completo para que mejorara su pilotaje. Llegaron varios títulos daneses de karts y su triunfo en la F-3 alemana (1991), sucediendo en el palmarés a Michael Schumacher. Se fue a Japón y en 1993 ganó el certamen nipón de la especialidad. Más tarde participó en el nacional japonés de turismos y en la F-3000. Su primera oportunidad en las 24 Horas de Le Mans llegó en 1997 y no defraudó. Venció en su debut compartiendo un Porsche WSC-95 con Alboreto y Johansson. Al año siguiente fue probador de Tyrrell en F-1 y en 1998 de Michelin, pero lo suyo es la resistencia. Ocho victorias en Le Mans y cuatro en las 12 Horas de Sebring así lo confirman.

Nada le impide acudir a su cita anual en las 24 Horas; ni siquiera un brutal accidente en 2007 en el DTM alemán, su otra gran pasión. El coche de Premat se empotró contra su puerta y el drama estuvo cerca. Se recuperó y encargó un collarín especial para su carrera. No ganó, pero avisó que volvería para hacerlo. El domingo cumplió su amenaza. McNish y Capello, sus compañeros en el Audi número 2, lo agradecen.