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Motociclismo | Superbikes

Checa gana una década después

Carlos se impuso por partida doble en Utah y rompió una sequía que se remontaba a 1998

<b>FELIZ. </b>Checa acabó eufórico tras ganar las dos mangas en EE UU.

No quería seguir aquí una temporada más dejándome morir... soy competitivo y para mí no hay nada más triste que afrontar una carrera sabiendo que técnicamente no tienes ninguna opción". Con estas palabras, Carlos Checa, con su habitual sinceridad e integridad, explicaba su adiós a quince temporadas en el Mundial de velocidad y su paso a Superbikes. Atrás dejaba 220 grandes premios y dos victorias en 500cc, la clase reina. Montmeló, en 1996, y Jarama, el 14 de junio de 1998.

Tres semanas después de su triunfo en Madrid sufrió una grave caída. Se cayó en una bajada de Donington a 190 por hora. Pero nadie le dio importancia. Carlos se levantó y volvió a su motorhome. Allí, una bajada de tensión desveló un problema más grave. Tenía una hemorragia interna y fue ingresado de urgencia para extirparle el bazo. La rapidez fue vital, pero aún no había llegado lo peor. Cuando se estaba recuperando, apareció un coágulo en su cerebro que le llevó al coma y a una gravedad extrema. Pero El Toro salió adelante y demostró una virtud clave en su vida y su carrera: la tenacidad. Meses después demostró de nuevo su empaque como persona cuando Crivillé, con quien algunos quisieron enfrentarle, ganó el Mundial de 500. Carlos escribió en un periódico nacional una carta dirigida a Álex en la que le daba las gracias por haber logrado ese título para España. Y, de paso, le agradecía haber sido el único piloto que fue a visitarle cuando su vida estuvo a punto de acabar en una cama de un hospital de Nottingham.

El domingo, diez años después, volvió a ganar y por partida doble. Utah vio a Checa volver a lo más alto y convertirse en el gran rival de Bayliss por el campeonato. Dos triunfos con sabor a trabajo. Agradecido, se lo dedicó a los que confiaron en y a su gran amigo Rainey, que quedó postrado en una silla de ruedas en 1993, la temporada que él llegó. Ésa que disputó gracias a los cinco millones que recaudó Ignasi Sala, alcalde de su pueblo, Sant Fruitós del Vallés, y padre de su amigo Galdric, quien diseño el toro que Carlos lucía en su casco, se tatuó en un hombro y le valió como apodo para siempre.

Carlos Checa: "Fue más difícil controlar mi cabeza que los neumáticos"

"Es un momento fantástico. En la primera manga creo que hice una buena salida, pero tenía varios pilotos delante y tuve que trabajar muy duro. Vi a Neukirchner en cabeza y sabía que podía alcanzarle y pasarle. Era difícil hacer hueco, pero lo logré. Entonces fue más difícil controlar mi cabeza que los neumáticos. La última vez que gané una carrera fue hace diez años y ahora en pocas horas he vencido dos. Estos son mis primeros triunfos fuera de España y quiero dedicárselos a mi amigo Wayne Rainey. Agradezco al equipo y a los patrocinadores la oportunidad que me dieron para demostrar mi talento y determinación".