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Fórmula 1 | GP de Mónaco

Alonso estrella sus ansias de podio

Buscaba la gloria cuando cometió un error de pilotaje con un adelantamiento imposible a Heidfeld en Loews que le hundió en la clasificación. Brillante triunfo de Hamilton, nuevo líder, y carrerón de Kubica

Carlos Miquel
<b>EL ASTURIANO HIZO UNA BUENA ARRANCADA. </b> Las cosas se complicaron mucho para Alonso en este GP de Mónaco, aunque en sus primeros compases la situación parecía muy propicia para sus intereses. Ya antes de empezar, ganó una posición al verse obligado Kovalainen a salir desde el pit lane por un problema en su McLaren. Cuando el semáforo rojo se apagó, el Renault realizó una buena arrancada y consiguió superar a Nico Rosberg, con lo que avanzaba otro puesto para colocarse quinto. Fue sólo un espejismo, porque en una carrera tan accidentada lo peor estaba por llegar...

El día de descanso de Mónaco, sentados en su motorhome, Fernando Alonso lanzó una apuesta a este periodista y a su mánager: "El domingo adelantó en Loews". Ante nuestro asombro, porque es un ángulo imposible, dio las razones de la maniobra que estaban preparando: "Han cambiado el bordillo, antes era alto, normal, de ciudad, y no se podía pasar, pero este año le han puesto un 'piano' convencional. Se puede pisar con el coche". Pese a las advertencias en contra, ayer cumplió su amenaza. Buscó el podio y al final se quedó sin un solo punto. Sin embargo, si le llega a salir bien, ahora se hablaría de una maniobra mágica. En la vuelta trece se lanzó a por Heidfeld en la curva de Loews, buscó ese arcén, el coche patinó en mojado y golpeó al alemán. Destrozó su alerón y pasó de la séptima a la penúltima plaza. Ahí se acabaron sus ansias de gloria.

Dos vueltas antes le había pegado una pasada memorable a Webber. El asturiano llevaba neumáticos de mucho agua por los mixtos de sus rivales. Eso le hacía ser el coche más veloz en la pista. No dejaba de llover y debía atacar para no perder el tren de los de cabeza. El australiano terminó la carrera cuarto, y ahí podría haber finalizado Fernando, que ya le había superado, pero los puntos no le servían, buscaba más ante la primera oportunidad del año de hacer algo grande.

No fue el único fallo del bicampeón, que se había salido seis vueltas antes en la llegada al Casino, y rompió la rueda trasera derecha contra las protecciones. Estaba arriesgando para no perder el tren de Kubica, tercero en ese momento. Ya había superado en la salida a Rosberg. Con lo largo de gasolina que iba, a la vuelta treinta, cuatro más que su compañero de partidas de cartas, si le aguantaba podría haberle pasado en boxes. Una ambición más allá del monoplaza. Ese incidente y la colisión de Coulthard y Bourdais una vuelta después en la misma curva, que estaba impracticable, motivaron la salida de un coche de seguridad que al final resultó decisivo en el brillante primer triunfo de Lewis Hamilton en Mónaco.

El inglés cometió un error de pilotaje en la chicane rápida de la piscina y destrozó la rueda exterior derecha en su persecución a Massa. En la salida pasó a un Raikkonen que estaba en Babia. Paró a cambiar el neumático y echó gasolina para no volver a detenerse hasta cerca del final. La mejor táctica. La suerte estuvo de su lado, porque la salida posterior del coche de seguridad anuló la desventaja de esa parada extra. Ese golpe del destino fue el que impidió el triunfo de Robert Kubica, que fue el mejor piloto sobre la pista. Muy veloz en agua, con el asfalto cambiante y, a diferencia del inglés, sin cometer ni un solo error en carrera. Sólo le faltó un poco más de coche para aspirar a ganar.

Fue un día negro para Ferrari. Los mecánicos e ingenieros del coche de Raikkonen apuraron tanto la decisión sobre el tipo de neumáticos, que el coche no los tenía puestos a tres minutos del inicio de la carrera. Eso le costó una sanción con un drive through (pasar por boxes). Realizó esa detención extra en la vuelta trece y se convirtió en un enemigo menos para Hamilton, al que se le borraron en un santiamén Alonso y la estrella finlandesa. Lewis se quedó tercero con la mejor táctica en el mejor coche. Poco después, Massa se iba recto en la curva de Santa Devota y perdía el liderato a manos de Kubica. La carrera era frenética y entusiasmante. Mientras, el Renault número cinco hundía sus tiempos detrás de Fisichella en las últimas plazas, perjudicado por las ruedas de lluvia extrema. Con la pista cada vez más seca, los compuestos se destruían y los registros eran cada vez peores.

El piloto brasileño de Ferrari recuperó el liderato después de la primera parada de Kubica, pero lo perdió, ya para siempre, tras su primer paso por los boxes. Hamilton alcanzó la cabeza y demostró mucha más consistencia que el piloto brasileño, del que se alejó a un ritmo de un segundo por vuelta. Robert siguió tozudamente hasta acosar a Massa antes de la última parada y logró un merecidísimo segundo lugar. Alonso fue el primero en jugársela al cambiar a ruedas de seco y eso le sirvió para pasar a Button y mejorar exponencialmente sus registros. Terminó décimo. Piquet hizo lo mismo y se salió en Santa Devota.

Aún faltaba la última carambola. Sutil era un sorprendente cuarto con Force India. Es cierto que los comisarios dicen que adelantó a varios coches con bandera amarilla y le advirtieron de una posible sanción. Pero, en cualquier caso, su carrera era sensacional y un posterior error de pilotaje de Kimi terminó con su sueño. El finlandés perdió el control de su Ferrari en la frenada de la chicane del puerto y le arrolló. Desolado, este pianista alemán estalló en lágrimas en el box. Raikkonen, que tuvo que cambiar de nuevo el alerón, descendió a la novena plaza, fuera de los puntos. Otra carambola, Hamilton, a la cabeza del Mundial.

Los yates del puerto de Mónaco atronaron con sus bocinas el paseo del nuevo ganador que, en el podio, se besó con Ron Dennis instantes antes de ser subido a hombros. Es el decimoquinto triunfo de McLaren en el Principado y el inicio de una nueva etapa en el campeonato. Ahora le saca tres puntos al mejor de los Ferrari.