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GP2 | GP de Mónaco

Quince años después volvió a ganar Senna

Bruno, el sobrino de 'Mr. Montecarlo', consiguió una emotiva victoria en GP2 que le coloca en una posición inmejorable para dar el salto a la F-1 en uno o dos años

Carlos Miquel
<b>CONSISTENTE. </b>Bruno Senna realizó una sensacional carrera en el trazado del Principado emulando a su malogrado tío, Ayrton.

Ayrton Senna sentó a su sobrino Bruno en un kart cuando sólo tenía cuatro años de edad. En el circuito de Tatui, sin cámaras, aquel niño empezó a disfrutar el hermoso veneno familiar de las carreras. El tricampeón brasileño le encargó al mecánico que tuvo en los karts, Lucio Pascual alías Tche, que llevara la carrera deportiva de Bruninho. Pronto asombró por su rapidez. El astro brasileño solía decirle a los periodistas la siguiente frase: "Si creéis que yo soy bueno, esperar a ver a mi sobrino". El 23 de mayo de 1993, Ayrton firmaba su sexta y última victoria en Montecarlo. Ayer, justo 15 años después, su sobrino cerraba el círculo y alcanzaba la victoria en la carrera de GP2. Es el regreso del mítico apellido al podio de su circuito talismán.

Fue un triunfo incontestable. Pastor Maldonado, que salía desde la pole, se quedó perdiendo tracción en la salida y el brasileño no tuvo ninguna dificultad para ponerse primero y comenzar a marcar un fuerte ritmo desde el comienzo. Su peor momento se produjo con el accidente de Pantano con Buemi, que provocó un colapso en la carrera. Muy inteligente, y jugándose una posible sanción, adelantó al pelotón por fuera y mantuvo sin problemas la primera plaza. La posterior investigación de los comisarios se quedó en nada.

Cuando se reanudó, Maldonado comenzó un ataque desaforado, pero Bruno aguantó bien y se permitió el lujo incluso de marcar la vuelta rápida en carrera con el venezolano pegado a su alerón trasero. Puede que fuera el destino lo que en realidad le empujaba hacia la gloria, pero el caso es que esta vez el, en ocasiones, discreto brasileño tenía una consistencia espectacular.

En el podio, este oriundo de Sao Paulo controló sus emociones hasta que recibió el abrazo entre lágrimas de los suyos. Especialmente de su madre Vivianne, la hermana del mito, que proclamaba entre sollozos su alegría: "Tengo las mismas sensaciones que cuando Ayrton vencía en Mónaco. No es comparable, pero es muy importante conectar ambas épocas". Ella es quién más ha luchado porque su chico volviera a las carreras. Después de la muerte del tricampeón, en 1994, obligaron a Bruninho a dejar de competir. Un año después falleció su padre, de regreso de una carrera local. Destrozada, Vivianne deshechó para siempre la idea de que alguien con su sangre pisara un circuito.

Sin embargo, el niño se hizo adulto y, con veinte años, después del homenaje a su tío en el trazado de Ímola, le pidió a su madre reiniciar su afición. Fue el viejo amigo Gerhard Berger quien le dio su oportunidad en la Fórmula BMW. Sólo cinco años después, Bruno aspira a ganar el campeonato GP2 y meterse en la Fórmula 1 en uno o dos años. La leyenda continúa.