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Fórmula 1 | GP de España

Alonso tiene más cerca a los grandes

El asturiano y Renault recortaron la distancia con BMW a algo más de tres décimas por vuelta, pero una rotura de motor le apartó de una excelente quinta plaza. Ganó Kimi en un nuevo doblete de Ferrari

Carlos Miquel
<b>DECEPCIÓN TRAS UNA AVERÍA INOPORTUNA</b> Retirarse nunca es plato de buen gusto para un piloto, pero menos aún cuando se encuentra en casa, ante su afición. Alonso tenía grandes expectativas para el GP de España y por eso se mostró desolado tras la inoportuna avería de su Renault en Montmeló. Su rostro era un poema mientras volvía a su box en una moto de la organización.

En la parrilla de salida del GP de España se notaba un cambio. Alonso y Renault ya no viven en el anonimato. Delante, donde sólo el aire y el asfalto te separan del horizonte de la primera curva, Fernando vio cómo en torno a su coche se arremolinaban ingenieros de los equipos rivales. Los ojos estaban centrados en los deflectores con los que la escudería francesa ha adornado el suelo de la parte delantera del coche. Por allí apareció un técnico de McLaren y otro de Williams. La primera fila del bicampeón había sembrado el pánico entre sus rivales y se temía incluso que Fernando se convirtiera en árbitro del título. Después, durante la carrera, una avería de motor apartó al piloto del coche número cinco de una segura y brillante quinta plaza. Sobre todo después del décimo de Bahrain.

Las cosas han cambiado y, al menos, ahora el ovetense ha abandonado el pelotón de los Red Bull, Toyota y Williams y ya puede divertirse. Ferrari dominó la carrera de principio a fin y Kimi ganó sin despeinarse. Massa terminó segundo casi al ralentí. El amanecer rojo es evidente. Hamilton consiguió la tercera plaza después de una excelente salida (el McLaren es el coche que ahora mejor tracciona en los primeros metros de toda la parrilla) en la que pasó a Kubica. En un trazado tan aerodinámico como el catalán las Flechas de Plata eran una décima por vuelta más veloces que sus grandes rivales alemanes.

En la sede de Renault en Enstone se ha trabajado especialmente en las canalizaciones de aire junto a los frenos y se ha intentado reconducir el aire caliente para que genere más adherencia. Ése es el principal aporte aerodinámico del R28B, que también ha perfilado más su parte trasera y parece al fin un coche algo más trabajado en su diseño.

El otro gran secreto es la nueva suspensión, que ahora optimiza la eficacia del coche. La espectacular ala no aporta mucho tiempo, pero estabiliza el coche en las frenadas. El siguiente aspecto en el que se va a trabajar es en la tracción, donde faltan dos de las tres décimas y media por vuelta que aún les separan del tercer equipo de los grandes, ayer BMW. En Bahrain eran seis.

Sin tracción.

El sueño de ver a Alonso intentando adelantar a Raikkonen se esfumó en los primeros metros. El asturiano reaccionó mejor al semáforo, pero el coche se quedó perdiendo empuje en el sitio. Massa le adelantó sin pestañear. Todos los que salían por la parte sucia sufrieron. Hamilton se colocó en la trayectoria de Kovalainen para pasar sin problemas a Kubica. A partir de entonces, Fernando pudo divertirse porque mantenía a raya a Hamilton y al polaco, aunque sin marcharse lo suficiente como para que no le pasaran en boxes. Los milagros no existen.

Por delante, Kimi y Massa cogieron distancia, pero sin ridiculizar al, hasta la carrera de ayer, botijo naranja. La diferencia era de entre tres y cuatro décimas por vuelta, aunque con menos peso en el R28. Después, cuando paró el ovetense, Raikkonen llegó a marcar un registro de 1:21.842, por el 1:22.683 del asturiano. Es decir, se ha pasado de estar a 1,1 segundos de Ferrari en Sakhir a 0,8 en Montmeló. Sigue siendo mucho, pero es un avance sustancial.

Brutal accidente.

La carrera estaba estabilizada, con los únicos incidentes del toque inicial de Sutil y Vettel. Piquet ya había abandonado, en una actuación que nada tiene que ver con el talento de su padre Nelson. Se salió solo ya en las primeras vueltas y después lanzó un ataque desde su casa alemana en Heidelberg a un sorprendido Bourdais, que sólo podía acabar en el accidente y abandono de ambos pilotos. Delante, Kovalainen intentaba adelantar también a Alonso por estrategia cuando se salió ligeramente en una curva. La versión oficial habla de que se desprendió un trozo de llanta y esto provocó un pavoroso reventón a 250 km/h.

El bravo finlandés se empotró contra las protecciones y la sombra de la tragedia planeó sobre el circuito. Tardaron quince minutos en sacarle, y su gesto de levantar el dedo gordo al cielo en cuanto le pusieron en la camilla tranquilizó a todos. Sufrió una leve conmoción cerebral, pero por suerte está bien y es muy posible que pueda competir en Estambul, dentro de dos semanas.

La carrera estuvo neutralizada a espaldas del coche de seguridad durante cuatro vueltas, algo que sometió a una temperatura mayor a los motores. En la reanudación, la primera víctima fue Fernando. Los 132.600 espectadores, la segunda mejor entrada de la historia, enmudecieron mientras el R28 se paraba lentamente en el arcén. El humo y las llamas no dejaron lugar a dudas sobre la rotura del propulsor.

Alonso se bajó del coche cabizbajo, desolado y se fue junto a la grada a saludar. El público le ovacionaba entregado. Fue un momento de comunión total, más que si hubiera ganado, y la gente comenzó a levantarse con aplausos de admiración cuando caminaba de vuelta a su motorhome por la línea de boxes. Es algo que pone la piel de gallina y que demuestra la magia de este fin de semana de entusiasmo, derrota y esperanza en Barcelona.