Fórmula 1 | GP de Australia
Alonso demuestra por qué es el mejor
El bicampeón logró un gran cuarto puesto desde la undécima plaza, tras adelantar de una tacada a Raikkonen y Kovalainen con un coche muy inferior. Triunfo inapelable de Hamilton y fiasco de Ferrari
Ha sido una carrera brillante, propia de un supercampeón. Pero eso es algo que ya sabíamos, ahora volvemos a disfrutarlo. Fernando sabe gestionar mejor que nadie las carreras, y la diferencia con el resto de pilotos se nota más en pruebas locas como ésta. Lo malo es que el monoplaza no está a la altura de su talento". Denis Chevrier, jefe de motores de Renault, describe la sensación agridulce que inunda a la escudería después del primer gran premio de 2008. Alonso demostró de nuevo al mundo por qué es capaz de hacer cosas increíbles y que es el mejor piloto de la Fórmula 1 actual. Y esta actuación es una exigencia pública a los ingenieros de Enstone para que mejoren cuanto antes un coche que sufrió detrás de un Red Bull (Coulthard), un Toro Rosso (Bourdais) y un BMW (Kubica). Sin velocidad (es el séptimo equipo de la parrilla en calificación) y con un comportamiento muy delicado.
La estrella española terminó cuarto desde la undécima plaza de la parrilla el día que Hamilton ganó sin paliativos gracias, entre otras cosas, al fracaso total y absoluto de los dos Ferrari. Primero Massa y Kimi hundieron a la escudería con sus errores de pilotaje, después la rotura de sus motores les hizo marcharse de Melbourne sólo con el punto postrero que el finlandés sumó por la exclusión de Barrichello.
Valentía y talento.
A sólo once vueltas del final Alonso era décimo y último. Ahí comenzó el recital que le llevó a la cuarta plaza, en una mezcla de valentía, agresividad y también algo de la suerte que le faltó con la salida del coche de seguridad (cada vez que éste saltó a pista, se quedó último). Todo eso concluyó con una maniobra magistral, un adelantamiento doble a Raikkonen y Kovalainen. Con un coche 1,2 segundos por vuelta inferior al McLaren, la estrella española terminó por delante de su sustituto en las Flechas de Plata, para disgusto de Ron Dennis. Todo empezó cuando Nakajima se llevó por delante a Kubica (lastrado por sus tres paradas). Esto dejó al ovetense, el único piloto de los primeros junto a Hamilton que no cometió un solo error de pilotaje, detrás de la pareja de finlandeses.
Riesgo máximo.
En la reanudación, Heikki se lanzó a pasar al Ferrari, que ya iba tocado de motor, por dentro. Su amigo y rival le cerró tanto que los dos se quedaron parados a la salida de la curva. Alonso siguió la estela del McLaren número 23 y se metió por dentro con el coche cruzado. Impresionante y digno de un genio.
Enchufadísimo, se fue a por el Toro Rosso de Bourdais. En las frenadas Alonso arriesgaba y se acercaba, pero a la salida de las curvas el francés contaba con más capacidad de tracción y la mayor potencia del motor Ferrari. Mientras le duraron los neumáticos, pudo acosar algo. Pero a cinco vueltas del final tuvo que iniciar tácticas defensivas para que no le pasara Kovalainen.
El finlandés comenzó a meterle el coche en el primer y tercer sector. Levantando polvo de los arcenes, ambos lo daban todo. A sólo dos vueltas Heikki realizó un último intento y le pasó a cuatro curvas de la meta por capacidad de tracción, con el R28 del español atrancado a la salida del viraje. Dennis levantó los puños, Alonso lo vio por los monitores, y el piloto que le ha sustituido cometió el mismo error infantil de activar el limitador de velocidad que a Hamilton le costó el título mundial. El MP4/23 se quedó parado y Alonso lo pasó en la recta. A Ron se le heló el gesto y Fernando levantó el puño de su mano derecha. Heikki, desarbolado, ya no pudo hacer nada. El monoplaza número cinco terminó la carrera con su vuelta rápida personal, la séptima. Y finalizó tan arriba porque ni él ni su equipo cometieron ningún fallo.
Errores.
Honda metió a Barrichello a destiempo con el coche de seguridad porque se quedaba sin gasolina y le hizo volver a pista con el semáforo en rojo. Eso le costó la exclusión, pero también precedía al ovetense. El brasileño resucitó gracias a la prohibición de las ayudas electrónicas. Su pilotaje suave de otros tiempos le hace difícil de pasar. Y si no, que se lo digan a Kimi, que estuvo quince vueltas detrás de él. El finlandés fue una de las víctimas de la plaga de errores causada por la censura electrónica del nuevo reglamento. Estaba realizando una remontada espectacular y ya era tercero cuando la carrera se neutralizó y, en la reanudación, en lugar de quedarse detrás de Kovalainen, se lanzó a por él sin reparar en el estado de sus neumáticos tras 30 vueltas.
Se metió por dentro como un disparo y realizó una excursión que le dejó último. Antes de que su motor dijera basta a cinco vueltas del final, cometió otro error en la frenada de la curva tres a espaldas de Glock. También el alemán de Toyota se fue tan por fuera que terminó saltando por la hierba al más puro estilo Makinen. Los 37 grados de calor nublaron a muchos pilotos. Massa se salió en la primera curva del gran premio porque metió primera marcha en lugar de tercera. Con el morro destrozado arruinó su carrera. Más tarde, hizo lo mismo con la de Coulthard cuando intentaba rebasarle por dentro.
En el podio, al margen de Dennis y su abrazo con Hamilton, lo más destacable fue la alegría de Rosberg, sorprendente tercero con su Williams, y al que Alonso también adelantó en un momento de la carrera. Y la presencia casi invisible del sosísimo Heidfeld, un piloto que realizó una eficaz actuación para ser segundo.