Yo digo | Carlos Miquel
En la F-1 se firma papel mojado
Fernando Alonso tenía un rígido contrato de tres años con McLaren que quedó automáticamente fulminado una mañana de noviembre. A Juan Pablo Montoya le quedaba casi un año y se fue sin demasiados problemas a correr la Nascar. La verdad en la F-1 es un punto de vista. Y lo que los pilotos firman es de una inseguridad total. Papel mojado. Sólo pueden ser más fuertes cuando un equipo renueva un piloto a cambio de un gran favor, como sucedió con Massa, que accedió a dejarle la victoria a Kimi a cambio de multiplicar sus ingresos y vivir un 2008 asentado de manera inamovible en Ferrari. Trulli se habría marchado de Toyota si Alonso ficha por ellos, y eso que tenía contrato en vigor. Igual que Barrichello en Honda o Coulthard en Red Bull.
El escocés habría tenido que correr en el equipo B, Toro Rosso, descabalgando de su puesto a Bourdais, con contrato. Es una catarata de acontecimientos que mueve siempre a los mismos. Por eso perdura gente como Coulthard o Fisichella, seguros de su experiencia, pero temblorosos con esa firma al final de 180 páginas. Y sabedores de que un día la rueda deja de girar.