Fernando no fallará el tiro

El deseo de venganza es una tentación difícil de evitar. La afición quiere morbo y nada más irresistible que ver a Fernando doblegando a Hamilton enfundado otra vez en un mono de Renault. La sonrisa de Briatore tras cada duelo ganado sería veneno para Dennis, un prepotente incapaz de asumir que un playboy llegado de la moda y la hostelería haya ganado cuatro mundiales con equipos más modestos que el suyo. Su egolatría le impide un mínimo atisbo de humildad. Por ello la mejor forma de pasarle factura por su negligencia y desprecio sería darle donde más duele. A Fernando también le seduce esa idea pero no se dejará llevar por la pasión para decidir su destino. Necesita un puente (que no sea de plata) hasta llegar al sueño de Ferrari, pero entretanto no se resignará a quedar en un segundo plano. Es un competidor salvaje y no lo soportaría.

Si no puede disponer de un cañón para ir a la guerra (sólo Ferrari, McLaren y, en menor medida BMW, pueden ofrecer un arma así) buscará un rifle de garantías para poder hacer daño de vez en cuando. Lleva semanas analizando con calma hasta el más mínimo detalle técnico y la capacidad de evolución de todas las opciones viables, porque quiere tener la absoluta seguridad de que la elección será la correcta. Si no puede ser punta de lanza el objetivo inicial será estar lo menos lejos posible e ir progresando. La decisión será, seguro, la menos mala. Ya se equivocó con McLaren y no se perdonaría que ocurriese otra vez. Dispone de una sola bala y tiene que acertar.