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Eternal Champions: el juego de lucha de Sega enterrado por la propia compañía
Os contamos la historia de Eternal Champions, su versión de Mega CD y sus spin-offs y cómo la saga fue enterrada por la propia Sega.
Eternal Champions es uno de los títulos más recordados por los segueros empedernidos, ya sea para elogiarlo o para ponerlo a caer de un burro. Recordamos a este título de Mega Drive, su ¿secuela? Challenge from the Dark Side de Mega CD y sus spin-offs y el impacto que tuvo en su momento esta saga sepultada por la propia Sega.
Los orígenes: así era Eternal Champions de Mega Drive
Eternal Champions fue un juego de lucha de Mega Drive lanzado en 1993 en Estados Unidos y en 1994 en el resto de territorios. Fue desarrollado por la propia Sega. La intención de este título era ir a rebufo de dos grandes éxitos del género: Street Fighter II (1991) y Mortal Kombat (1992). Eternal Champions pretendía juntar la jugabilidad del primero y el gore del segundo y además añadir sus propios ingredientes a la mezcla.
Sobre el papel, tenía todos los ingredientes para ser un éxito. Tuvo un énfasis bastante fuerte en la narrativa para los estándares del género, incluyendo secciones con biografías de los personajes que incluso detallaban cuál era su estilo de lucha, algo que no hacía ni Street Fighter. También fue pionero en incluir un modo entrenamiento muy reminiscente de la Sala de Peligro de los ‘X-Men’, con multitud de obstáculos y trampas que podíamos activar a voluntad con tal de mejorar nuestro rendimiento.
A nivel jugable estábamos ante un título de peleas bastante convencional: luchas uno contra uno al mejor de tres rondas. Cada luchador tiene sus movimientos especiales y de la saga Art of Fighting se cogió prestado lo de poder burlarnos del rival para reducir su medidor de Chi, que es lo que permite realizar los especiales. Esta mecánica dotaba de cierta profundidad a las peleas, ya que a veces tocaba burlarse para que el oponente no nos colara algún movimiento característico o retirarnos para recargar el Chi.
Eternal Champions tenía sus propios Fatality de escenario llamados Overkills que consistían en hacer que el cuerpo del oponente cayese en una zona muy concreta del nivel a la hora de quitarle la vida en el último round. Esto activaba una pequeña escena en la que era asesinado de una forma muy bestia que no tenía nada que envidiar a Mortal Kombat.
El plantel de personajes era decente en cuanto a números para la época —nueve luchadores en total— y todos ellos estaban bien diferenciados y cada uno de ellos con su propio escenario y tema musical como ya establecieron otros títulos previamente.
El Campeón Eterno rescata de una muerte segura a nueve luchadores de distintos puntos de la historia. Todas sus vidas, de no encontrar un trágico final antes de tiempo, harán que la humanidad avance y mejore. No obstante, el Campeón Eterno solo tiene el poder de devolver a uno de ellos al instante antes de su muerte con el conocimiento para evitarla; que cualquiera de ellos viva hará que se restaure el equilibrio en el universo. De este modo, decide organizar un torneo en el que solo el mejor conseguirá volver a su época y ser un nuevo faro para la humanidad.
Como comentamos, todos los ingredientes del éxito parecían estar aquí. Sucede que no es oro todo lo que reluce. La jugabilidad es algo tosca en comparación con otros títulos de lucha de la época como los citados Street Fighter II y Mortal Kombat. Tampoco ayuda que al jugar contra la máquina, esta pueda usar especiales sin restricciones aunque agotemos su Chi vía burlas. También fue muy infame su elevada dificultad y el formato de “torneo” usado en el que si perdíamos, no continuábamos luchando contra el mismo oponente, sino contra el anterior.
Eso por no hablar de que la pelea contra el mismísimo Campeón Eterno es una de las más injustas del género: no solo es tremendamente bueno, sino que tiene varias formas y en cada una de ellas recupera una barra de salud completa mientras que nosotros solo recuperamos un poco de vida. Por si no fuese poco, perder contra él significaba un viaje solo de ida a la pantalla de Game Over.
Como consecuencia, el juego tuvo valoraciones mixtas en su momento. A pesar de sus defectos, Eternal Champions vendió lo suficientemente bien como para que Sega lanzase una pseudosecuela en 1995 para Mega CD: Eternal Champions: Challenge from the Dark Side.
Eternal Champions: Challenge from the Dark Side - La versión mejorada del original y con aún más gore
Challenge from the Dark Side estaba a caballo entre una secuela y una versión con extras del Eternal Champions original. Aunque la historia del juego era básicamente la misma, se añadieron nuevos luchadores, nuevos movimientos y un sistema de combos, nuevos escenarios y más y novedosas formas de acabar con los rivales:
La trama de este juego es básicamente la del anterior, pero aquí se revela la existencia del Campeón Oscuro, una versión corrupta y malvada del Campeón Eterno que quiere que el mal nunca sea eliminado por completo. Para tal fin ha ocultado a varios participantes del torneo (los personajes secretos), con tal de que se repita ad infinitum.
Entre los nuevos personajes añadidos también había peculiaridades como animales. Podemos controlar a un perro, un búho, un pollo, una serpiente o un mono como luchadores de broma que no están disponibles en los modos convencionales.
Las novedades y las mejoras de Challenge from the Dark Side con respecto al original no consiguieron convencer a la crítica, aunque al público le dio igual. Eternal Champions CD vendió más unidades en Estados Unidos que las versiones de Street Fighter II de Mega Drive, lo cual tuvo mérito teniendo en cuenta el estrepitoso fracaso de Mega CD.
Las rencillas entre Sega América y Sega Japón acabaron con Eternal Champions
Poco tiempo después de Challenge from the Dark Side se anunció Eternal Champions: The Third Chapter, pero fue cancelado con muy poco tiempo de desarrollo por orden directa de Sega Japón. De este tercer capítulo se sabe poco, aunque hay detalles interesantes como que apostaba más aún por la narrativa; la historia del juego seguiría un sistema de facciones en el que cada luchador estaría del lado del Campeón Eterno o del Campeón Oscuro. Ganar ciertas peleas haría que la facción opuesta no pudiera influir un determinado período de la historia.
La tumultuosa e infame gestión de Sega en los noventa y que a posteriori harían que la compañía pivotase a third party tuvo como consecuencia que desde Sega Japón se impusiera la directriz de no lanzar más juegos de Eternal Champions, ya que esta rama de la compañía consideraba que solo debían tener una saga de juegos de lucha, por lo que decidieron centrar sus esfuerzos en potenciar Virtua Fighter. De este modo, evitaban “hacerse la competencia” ellos mismos.
Este podría ser uno de los motivos por los que Eternal Champions se ha resistido a ser añadido en los no pocos recopilatorios de Sega a lo largo de los años. Hemos podido verlo recientemente integrado en la Sega Mega Drive Mini de 2019 como parte de su catálogo.
El legado de Eternal Champions
Además del lanzamiento del Eternal Champions original de Mega Drive en 1993 en EEUU y en 1994 en el resto de territorios, en 1995 se lanzó en Mega CD Eternal Champions: Challenge from the Dark Side, una pseudosecuela/versión mejorada del original. También hubo una adaptación a cómic en varios números de los cómics de ‘Sonic the Comic’.
En 1995 se lanzó Chicago Syndicate para Game Gear, un spin-off centrado en Larcen Tyler, uno de los luchadores. Fue exclusivo de Estados Unidos y no salió de este mercado.
Por último, en 1996, también fue lanzado de forma exclusiva para Mega Drive en Estados Unidos (Sega Genesis allí) X-Perts, otro spin-off protagonizado por Shadow Yamoto, otra luchadora del juego.
En 2017, Michael Latham, productor del juego original intentó sacar para adelante Eternal Successors, un sucesor espiritual del título tal y como se puede deducir de su nombre porque no se pudo hacer con los derechos.
No se sabe nada de este juego desde entonces y únicamente hay tres imágenes, por lo que parece seguro afirmar que el proyecto fue cancelado. Y con él, la poquita esperanza que había de que la saga resurgiera de uno u otro modo.
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