Cine
Crítica de ‘Kill Boy’, la película más sangrienta que vas a ver este año
Como si fuera una adaptación apócrifa de Street Fighter, lo nuevo de Bill Skarsgård (‘It’, ‘Nosferatu’, ‘El cuervo’) es una mezcla de ‘Kill Bill’, ‘John Wick’ y ‘Dredd’.
Nunca me gustó la expresión “de videojuego”. La usan mucho los comentaristas deportivos para describir los goles y las carambolas de ciertos futbolistas. “¡Ha hecho una jugada de videojuego!”, gritan ante cada regate y muestra de calidad. Sí, bueno, no sé. O ellos son muy buenos en FIFA o yo soy muy malo, pero hacer una rabona cuesta en la vida real y también a los mandos. Se ve tan poco en estadios como en consolas. Sin embargo, y precisamente entre aquellos que menos saben cómo son los videojuegos, es una expresión muy extendida. Pero nos guste más o menos, también es la coletilla que mejor describe ‘Kill Boy’, la cinta que hoy nos ocupa. Porque es como si le hubieran dicho “haz una película que parezca un videojuego” a alguien que jamás haya tocado uno. Y aunque el resultado podría haber sido desastroso, hay que reconocer que dentro del género de la acción y la serie B hasta tiene su punto.
‘Kill Boy’ (cuyo nombre por cierto resulta de lo más curioso, pues originalmente es ‘Boy Kills World’ y aquí cambia de forma, que no de idioma) es una cinta que condensa todos los estereotipos que persiguieron al videojuego a finales del siglo pasado. Un protagonista mudo y plano, una historia inexistente y tanta sangre y violencia como para preocupar a cualquier padre. Ahora que producciones como ‘Fallout’ y ‘The Last of Us’ han demostrado la riqueza narrativa del universo gamer, una propuesta así quizás resulta un tanto demodé, pero lo compensa del mismo modo en que lo hacen ‘John Wick’ y ‘Dredd’, o dicho de otra forma, con una puesta en escena tan exagerada y demencial como divertida.
La película del alemán Mortiz Mohr (sin mayor experiencia) tiene como grandes referentes ambas cintas de género y un par más en las que os será imposible no pensar en la sala (como ‘Kill Bill’ y ‘Karate Kid’). Es un compendio de lugares comunes en el que encontraremos personajes que no se quitan el casco de motorista, katanas, colores saturados, tiroteos con cargadores infinitos, mentores asiáticos que entrenan a críos de forma cuestionable, distopías de gobiernos autoritarios y despliegues de artes marciales que ni Jackie Chan. No se le caen las ideas, pero al menos sus mentores no son malos y gracias a ellos resulta ser vistosa. Sus coreografías de acción son espectaculares, tiene muertes memorables (como la que parodia a ‘Los caballeros de la mesa cuadrada’) y su banda sonora de bit resulta de lo más cañera. Aunque exagerada y básica, la sangre salta de la pantalla y arranca alguna que otra sonrisa.
Uno de los grandes atractivos de la película es ver en acción a Bill Skarsgård, quien diera vida al payaso Pennywise en las últimas películas de ‘It’ (y quien hará lo propio en la serie ‘Welcome to Derry’, prevista para 2025). Aunque estaba brillante, no era fácil reconocerle y mucho nos tememos que le sucederá lo mismo en el remake de ‘Nosferatu’ que protagonizará como el vampiro a finales de año. Este 2024 también debería terminar de coronarse con otro remake, el de ‘El cuervo’, donde también se embadurnará de maquillaje y esconderá tras la estética gótica. La carrera del actor es como un fascinante rompecabezas que exige ver toda su obra para tener una visión completa de su talento interpretativo. Aquí, por ejemplo, le vemos la cara, pero no le oímos, pues su personaje es sordomudo. No hay cinta en la que muestre todas sus cartas.
Skarsgård se suma a un reparto con Cameron y Nicholas Crovetti (los gemelos que hacen de hijo de Patriota en ‘The Boys’, mucho mejores sin tanta sobreactuación), a Brett Gelman (Murray en ‘Stranger Things’) y actrices como Michelle Dockery ( ‘Downton Abbey’) o Famke Janssen (Jean Grey en ‘X-Men). Su historia es la de un sordomudo con una infancia de lo más trágica detrás que, para devolvérsela a los culpables de la misma, deja que un enigmático chamán le entrene en lo más recóndito de la selva y lo transforme en el asesino definitivo. Es una historia de venganza tan absurda como suena en la que no tardaremos en verle impartiendo justicia para un pueblo que ni nos va ni nos viene y formando un equipo de renegados a cada cual más esbozado. Aunque previsible y adivinable desde el minuto uno, atrapa con su humor y las particularidades de su forma. Secuencias de recreativa, planos desafiantes y momentos a rebosar de efectos y añadidos en posproducción. Sólo le falta un marcador de combos.
Valoración final
Una dosis de acción en vena. Un baño de sangre para los que gustan de comer palomitas viendo muertes de lo más irreverentes. Bill Skarsgård lidera una película extraña que más que cine parece querer ser un videojuego, pero desde el desconocimiento del medio. Una trama y unos personajes anecdóticos ceden todo el protagonismo a unas coreografías de acción que llegan a resultar la mar de vistosas, pero a las que se hace imposible no ver por debajo de sus grandes referentes. ‘Kill Bill’, ‘John Wick’, ‘Dredd’ y tantos otros que parecían tener algo más de alma y personalidad que esta adaptación apócrifa de Street Fighter.
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