The Last of Us, crítica de los 4 primeros episodios. La mejor adaptación de un videojuego
La serie de HBO Max respeta la esencia del original, amplía tramas y llega al corazón con el emocionante viaje de Ellie y Joel.
El mundo se va al traste, no hay vuelta atrás, es un antes y un después. Las reglas de juego cambian, las leyes se difuminan y lo que antaño era impensable se torna en la realidad del día a día. Es lo que tiene el apocalipsis, que saca lo mejor y lo peor de las personas. La serie The Last of Us, basada en el videojuego de Naughty Dog, retrata sin ambages lo que supone vivir en un Estados Unidos de pesadilla. Tras ver los primeros cuatro episodios, la conclusión es clara: supera todas las expectativas.
Craig Mazin, el creador de Chernobyl, ha trabajado junto a Neil Druckmann, director creativo de los videojuegos, para dar forma a una primera temporada en la que se esbozan los acontecimientos principales del primer título de la saga. Como toda adaptación, presenta sus diferencias con la fuente original, pero los cambios contribuyen a enriquecer y a dotar de consistencia narrativa a la producción.
En The Last of Us de HBO Max, un hongo se adueña de las voluntades de aquellos a los que infecta. Al contrario que en la obra de PlayStation, introducen un elemento interesante, el concepto de la mente colmena. Todos los infectados están conectados por el agente infeccioso, de forma que matar a un sujeto puede implicar que otros ejemplares acudan al lugar en un abrir y cerrar de ojos.
Ellie y Joel, el corazón de la historia
Pedro Pascal y Bella Ramsey encarnan a Joel Miller y Ellie Williams respectivamente. Ambos logran captar la esencia de los protagonistas, que parten de dos realidades muy distintas: mientras que Joel conoció el mundo de antes, Ellie nació en la Norteamérica de los chasqueadores. El contraste entre uno y otro queda patente desde el principio, pues parten de una diferencia, de posiciones de vida antagónicas. Y aun así, tras la hostilidad de ese primer contacto, va permeando un vínculo emocional inquebrantable.
The Last of Us, como el videojuego, no trata acerca de los infectados, sino que transita sobre esa premisa para contar una historia acerca de la condición humana. Nunca fue una historia de héroes ni de villanos, sino de supervivientes. En el cuarto episodio, Joel y Ellie son asaltados y la niña le pregunta si los enemigos pertenecen un bando u otro. “Son solo humanos”, le contesta. Esa respuesta trasluce uno de los mensajes de la producción, que todo depende del prisma por el que se miren las cosas.
La tridimensionalidad de los protagonistas se extiende a los personajes secundarios. La relación que une a Joel con Tess, interpretada Anna Torv en la serie, se canaliza en los dos primeros episodios, en los que queda claro que hacen lo que tienen que hacer para sobrevivir. Como necesitan una batería para poner en marcha el coche, acuerdan con Marlene (Merle Dandridge), de Las Luciérnagas, llevar a Ellie hasta uno de los laboratorios de la organización. ¿Por qué? Porque es inmune a la infección, lo que abre un resquicio a la esperanza de conseguir una cura.
Uno de los cambios más significativos con respecto al juego implica al personaje de Bill. No adelantaremos nada para no destripar la trama, pero los responsables de la serie han construido un arco narrativo tan precioso como trágico.
The Last of Us es todo un viaje emocional, un periplo protagonizado por dos personas que estrechan un vínculo capaz de cambiar su propia visión de la vida. Se plasma en una cuidadísima producción que no descuida ni el aspecto visual ni el sonoro. Mención especial a la espectacular banda sonora de Gustavo Santaolalla, un compositor de estilo particular que ya forma parte del lenguaje sonoro de la saga.
La serie se estrena el 16 de enero en HBO Max. Esta es la duración aproximada de todos los episodios.